Prólogo

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Me encontraba bajo la sombras de lo que parecía ser un pequeño pueblo.

La noche era helada.

Calles desoladas.

O eso era lo que pensaba hasta que a lo lejos cerca un de callejón observe a una chica caminando, ella era alta, pelirroja, y con rasgos estructurados, a juzgar por la distancia su belleza era difícil de ignorar, decidí acercarme para llamar su atención.

—Oye, ¿sabes en donde me encuentro?  —me escuché vociferar.

No obstante la chica, continuó su camino, por mi parte decidí seguirla.

—Te estoy hablando— grité más alto, pero me ignoró.

 ¿Acaso era sorda?

Porque este sería un buen momento para encontrarme con una.

Aún así tome la decisión de seguirle el paso y notara mi presencia, pero me detuve en seco cuando me di cuenta a donde se estaba dirigiendo parecía ser un cementerio.

Me di la vuelta para marcharme, pero las calles antes recorridas habían desaparecido, se volvió completa oscuridad y lo único visible era el lugar horroroso y la acompañante desconocida.

Me quedé observando todo en silencio. Caminé hasta la pelirroja para tocar su hombro y así preguntarle en donde estaba la salida, pero antes de tener contacto con esta mi mano la atravesó y me fui de bruces por poco y le doy un beso de buenas noches al piso.

 —¡Qué carajo!— chillé de frente al suelo.

Me di la vuelta como pude para observar a la chica, pero esta me atravesó.

Quedé perpleja.

Con mis manos temblando toqué, mis brazos y mis piernas sentía cada hueso y sitio de mí, eso estaba claro.

No podía tocar a la chica y tampoco recibir contacto de su parte, esto era un poco raro, en silencio extendí mi mano para intentar afrontarme a la desconocida, pero solo conseguí atravesarla.

—¿Acaso morí?—me cuestioné enseguida.

No podía tocarla, pensé que la situación era como un acto de esas películas en las que mueres y vez a las personas, tratas de comunicarte con ellos, pero no pueden verte ni escucharte.

Mi escena de perplejidad se vio interrumpida con el ruido de un forcejeo en la entrada del lugar, era la pelirroja intentando abrir la verja, la observe unos instantes y me percate, estaba atrancada.

—Está cerrado o también eres ciega y tienes la vista pañosa—le grité desde suelo.

Pero ella no escuchó mis palabras solo comenzó a buscar en sus pertenencias, saco una pequeña hacha, golpeó la reja con fuerza y estas se abrieron vía dejando el paso libre. La pelirroja guardó su hacha y caminó un poco, se detuvo un instante proceder entrar examinó a su alrededor con desconfianza, yo por mi parte volteé a ver para todos lados, al igual que antes visto no había nada, ni nadie, solo oscuridad, luego de unos instantes ella entró y se volteó a trancar la reja. Una vez sellada comenzó a andar entre todas las tumbas, yo por mi parte decidí levantarme y seguirla no iba a quedarme sola en la oscuridad, me puse en marcha trayecto a la reja y en silencio la abrí, recorrí el mismo camino que la chica, pero ella no parecía estar por ningún lado, creí que la había perdido hasta que avancé entre las lápidas. Me detuve cuando noté que ella estaba a pocos centímetros de la última tumba la cual se encontraba cerca de un árbol de cerezo, me acerqué con sumo cuidado hasta estar a una distancia prudente, la chica estaba inmóvil viendo la tumba la ojeé un poco y había un nombre escrito "Aster Needles, hijo y hermano".

El Secreto De Los BlagdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora