Capítulo 9

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Arek


Cassian y yo caminábamos por las desoladas calles del pueblo Blagden. Todo parecía igual, excepto por los volantes que la gente había colocado en varios lugares. En ellos, se reflejaba la imagen de Adelaide acompañada de un gran texto con su información y, lo más destacado, una enorme recompensa de 150,000,000,000 de dólares.

Los habitantes del pueblo estaban buscando a Adelaide. A juzgar por las miradas y los susurros, el ataque que ocurrió en la mansión Blagden no fue más que un complot organizado por unos mafiosos para secuestrar a su hermosa fundadora. Nadie, excepto los sobrenaturales, sabía que el pequeño saltamontes estaba a salvo de nuestro lado, aunque con una vida diferente. Desde esa noche, ninguna alma mortal la había visto. Nadie sabía de su transformación y no lo sabrían. La noche en que Cassian convirtió a Adelaide, una bruja del consejo, para ser más precisos, la anciana Isadora Fitherman, quien estuvo presente en su juicio, lanzó un hechizo de protección. Si algún humano visitara la mansión, solo encontraría ruinas. El hechizo nos ocultaba de los humanos, pero no de nuestros enemigos sobrenaturales, y por eso estábamos aquí.

Íbamos camino a la aclamada mansión Ashbel, es decir, la residencia de Cassian, el amargado. En su hermoso hogar no corríamos peligro, ya que estaba protegido con magia.

—¿Qué hiciste con ella? —Cassian buscaba respuestas en mi rostro. Por otro lado me encontraba confundido. —Después de pedirte que la sacaras del sótano. —Agregó al darse cuenta de que aún no entendía a qué se refería.

Finalmente lo comprendí. Se refería a su amada. En las últimas semanas, ella se había convertido en su tema de conversación favorito. Hablaba conmigo constantemente sobre lo mucho que lo irritaba. Lo curioso era que, a pesar de todo, él no podía alejarse de Adelaide ni atreverse a ignorarla.

—¡Pero mira qué bonita es la fachada de la mansión! —Exclamé con asombro, tratando de distraerlo de su pregunta. —¿La cambiaste? La recordaba diferente.

—Te hice una pregunta, anciano albino. Quiero una respuesta ahora mismo.

No tenía el valor para responder eso.

—Tengo muchas ganas de darte un puñetazo hoy ,—añadió Cassian con frialdad.

—El color es asombroso, se ve tan... —Hice una mueca pensativa. —Refinado, elegante. No parece que fuiste tú quien decidió la remodelación.

Cassian se detuvo frente a mí y me observó con una mirada intensa. Sus ojos eran tan penetrantes que sentía que mi piel ardía. No me atrevía a mantener contacto visual con él. Este era el momento perfecto para empezar a temer por mi vida.

—Amigo, ¡Qué guapo luces hoy! Tienes algo diferente, —Sonreí mientras agarraba uno de sus brazos y lo comparaba con los míos. —Alguien ha estado ejercitándose.

—Aleja tus asquerosas manos de mí y de mi traje, o no me quedará más opción que romperte ambos brazos y después metértelos por la garganta. —Musitó, manteniendo su expresión intimidante.

Suspiré y luego reí nerviosamente mientras soltaba su brazo. No le tenía miedo. Su actitud seria e intimidante no funcionaba en mí. Además, solo para aclarar, no lo solté porque él me amenazó, lo hice por voluntad propia. ¿Queda claro, verdad?

—Qué linda tu camisa negra, —continué tratando de desviar su atención de la pregunta que estaba evitando. —Se parece a las diez mil que tienes en tu armario. —Cassian arqueó una ceja .—Pero esta, sin duda, marca la diferencia, porque tú tienes negro oscuro, negro claro, negro medio claro. En fin, hoy luces con una combinación excelente. —Sonreí nerviosamente.

El Secreto De Los BlagdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora