Adelaide.
El ambiente comenzó a tensarse, y me mantuve alerta ante cualquier situación. Todos esperaban mis órdenes. Un pequeño sonido inundó la atmósfera, similar al tic-tac de un reloj viejo. Afiné mi oído tratando de identificar el origen del sonido, pero no tuve mucho éxito.
—¿Puedes identificar qué es lo que está sonando, Arek?
Arek negó con la cabeza.
Como si fueran dispensadores activándose, el lugar se inundó de humo blanco. Esto estaba mal.
Los vampiros me contemplaron alerta.
—No avancen todos juntos, sepárense un poco y rodeen el lugar. —Les susurré.
Todos asintieron en silencio y acataron mi orden.
Mientras tanto, con los que quedamos avanzamos a la siguiente puerta y ahí estaban los otros guardias. Saqué otra granada de wolfbane y se la lancé, intentaron correr, pero no tenían escapatoria; sus cuerpos cayeron inconscientes. Los otros vampiros aparecieron y se llevaron los cuerpos.
Por el momento, todo iba de acuerdo al plan.
Las brujas abrieron la siguiente puerta y repetimos lo de antes. Esta vez, una persona con manto negro apareció frente a nosotros. Era uno de los que había visto en mi imagen mental. Les lancé una mirada de precaución a todos para que se prepararan para cualquier cosa que pudiera evitar nuestro objetivo.
La persona del manto levantó sus manos en nuestra dirección, esparciendo una especie de ondas invisibles que se sentían como si estuvieran arrancando los tímpanos y la cabeza. Nos hacían retorcer de dolor. Todos los vampiros caímos al suelo, pues lo que sea que nos estaban haciendo nos afectaba. La habitación se llenó de personas con mantos rojos y las ondas del individuo se intensificaron.
Me arrastré un poco, buscando apoyo para levantarme. Se sentía horrible, como si estuvieran torturando y vertiendo ácido en mi sistema. Sentía cada vena reventar, cada hueso quebrarse, sin mencionar la tortura mental del sonido irritante en mis oídos. Sé que los vampiros de afuera nos están escuchando, los gritos no son fáciles de ignorar, pero tienen órdenes estrictas de no entrar. No podemos arriesgarnos a perderlos a todos.
En medio de todo el disturbio, logré percibir a una persona del manto rojo que me observaba. No lograba ver su rostro. Volví a retorcerme por el dolor y fue entonces cuando percibí que el manto de la persona se bajaba a propósito. Fue entonces cuando la reconocí, era Eliane. Durante un instante, me quedé observándola algo perpleja. Ella solo sonrió y se marchó por el lado contrario.
En nuestra debilidad, incluso las brujas comenzaron a ser atacadas por los de mantos rojos. Estaban siendo apuñaladas con una especie de daga. Podía ver cómo cortaban el cuello de cada una. No podía hacer nada; me sentía inútil. Cada vez que una bruja era atacada, sus cuerpos desprendían una especie de luz dorada que pasaba a la siguiente. Con esfuerzo, se tomaron de las manos y comenzaron a recitar sus hechizos. Mientras me arrastraba, pude ver el rastro de sangre que mi nariz estaba expulsando. Estábamos muriendo internamente a base de magia.
Con todo mi esfuerzo, intenté levantarme. La persona del manto negro me observó en silencio y se acercó a mí. Las ondas me empujaban al suelo una vez más. Intentar levantarme era inútil, como si un imán me atrajera al suelo mientras mi cuerpo se deterioraba. Por más que me resistiera, parecía imposible detenerlas. Sentía un líquido caliente saliendo de mis oídos; estábamos siendo torturados. La persona del manto negro se paró frente a mí, y las ondas se intensificaron aún más. Frente a mí, comenzó a hablar en un idioma que no reconocí. Sentí mi cuerpo sacudirse como si fuera arrastrada por olas de mar, mi respiración se iba cerrando. Esto, sin mencionar la debilidad que invadía mi cuerpo. Comenzaba a sentir como si me estuvieran robando la energía.
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El Secreto De Los Blagden
FantasyEl Pueblo Blagden Un pueblo donde el terror y la oscuridad asechan en cada rincón, un pueblo gobernado por una de las familias obstinadamente poderosas, acércate y conócenos, pero cuidado, no dejes corromperte por los equivocados, sigue las reglas...