Capítulo 6

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Parte I

Arek

Tres semanas era el tiempo que había pasado desde mi pelea con Cassian.

Tres semanas era el tiempo que había pasado desde el funeral de la tía de Adelaide. Nadie había hablado con ella luego del funeral se encerró en una de las habitaciones del tercer piso, Cassian había ordenado darle su espacio, yo por mi parte quería dejar de lado un poco su orden para invitarla a alguna fiesta que se divirtiera y sacarla de este nido de murciélagos así que caminé a la habitación en la que se encontraba y llamé a la puerta esperé a que abriera la puerta, pero no hubo respuesta.

—Pequeño saltamontes—le llamé —¿Serías tan amable de abrir la puerta y dejar a este ser tan maravilloso entrar?

Silencio era lo único dentro de esa habitación.

—¿Adelaide?—afiné mi oído para escuchar dentro de la habitación.

Ni un insulto, ni una respiración, algún comentario sarcástico, no había nada.

—Si necesitas espacio solo dímelo y me iré—grité a través de la puerta.

No hubo respuesta.

Intenté abrir la puerta, pero estaba cerrada por dentro.

—No me mates por lo que estoy a punto de hacer—le susurré mientras colocaba mi mano en el cerrojo.—Alohomora—grité mientras giré con fuerza el cerrojo de la puerta para romperlo.

La sangre mágica corre por mis venas.

 Abrí la puerta con un baile de felicidad. Toda esta felicidad se vio interrumpida cuando el cuerpo de Adelaide estaba en suelo junto con muchos papeles desordenados, me acerqué enseguida y noté que todo su cuerpo estaba cubierto de moretones y sangre negra, era su cuerpo rechazando la transformación.

Me acerqué a ella con rapidez, tomé su rostro y lo sacudí un poco para que despertara, pero ella no lo hacía.

—Adelaide—le llamé mientras tocaba su rostro—despierta, por favor.

Nada.

Miré su cuerpo y ella no estaba respirando, toqué su pulso y no había señales de este, agudicé mi oído para escuchar su corazón y tampoco estaba en funcionamiento, en ese momento solo una persona vino a mi mente.

—¡CASSIAN! —grité tan fuerte como pude —¡CASSIAN!

Volví a gritar.

—Sé que estás molesto conmigo, pero ven rápido—murmuré en voz baja.

Sabía que él estaba escuchándome.

—Adelaide, ella.....no....—cerré los ojos un momento.—No está respirando.

—¿Qué sucede? —preguntó desde la puerta de la habitación

Su fría voz fue como un alivio.

—Es Adelaide, ella no está respirando—le solté apresurado.

A pasos largos se acercó a mí y la observó con el ceño fruncido.

—¿Tú le hiciste eso? —preguntó serio.

—¿Qué? —le pregunté incrédulo.

Se acercó a mi molesto y me estampó contra la pared.

—¡HABLA DE UNA PUTA VEZ! ¿TÚ HICISTE ESO? —indagó molesto.

—Pero tú eres idiota o que ¿me crees capaz de hacerle daño? Es mi amiga— lo empujé con enfado.

—No me sorprendería que lo hicieras después de—

El Secreto De Los BlagdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora