six

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Ese domingo había sido una completa tortura para Iván, con el remordimiento de no haber llegado a la salida que tenía con Rodrigo y su mente divagando entre pensamientos a los que no le hallaba sentido.

Pero tenían algo en común; Rodrigo.

Estaba preocupado, sí, era evidente que fue un hijo de puta al preferir salir con una chica que al final de la noche terminó besuqueándose con su mejor amiga que asistir a la cita a la que Rodrigo le había avisado con antelación.

Suspiró, queriendo desvanecerse y simplemente dejar de existir para no tener que ver el semblante –seguramente– triste y decepcionado de ese castaño, aunque ni siquiera sabía cómo había reaccionado ante su estupidez, pues no se había atrevido a hablarle.

—Fuiste un completo estúpido, lo sabes, ¿no?— mencionó con un deje de molestia Juan, que estaba sentado a su lado mientras jugaba pacíficamente con el minino del menor. —Hombre, ¿cómo carajo vas a preferir salir con una ridícula a la que no le interesas en lo absoluto? Te lo dije, es tremenda lesbiana, y no quisiste hacerme caso.

—Ya lo sé, cállate. No ayudas en nada.

—No pienso ayudar a alguien que lastima a otra persona y ni siquiera se atreve a intentar enmendarlo— se levantó del sofá, dejó a un lado al gato albino, y procedió a recoger todas las pertenencias que estaban regadas por la sala, dirigiéndose a la puerta principal. —Cuando dejes de ser tan malditamente pendejo, hablamos.

Y se fue, dejando a Iván casi en completa soledad, de no ser por el gatito que se restregaba contra su brazo desnudo.

—Dime, Pelusa, ¿crees que realmente lo merezca? ¿Crees que pueda perdonarme? ¿Que pueda yo perdonarme a mí mismo?
Dicho felino le miró fijamente, aunque pronto sus párpados se cerraron a consecuencia de la sensación tan calmante que sentía al ser acariciado por su dueño; ronroneó e inclinó la cabeza para recostarla en la mano ajena.

—Ojalá pudieras hablar— murmuró, su voz se entrecortó y las lágrimas no tardaron en salir, estaba frustrado, enojado y muy dolido, no sabía siquiera cómo arreglar las cosas. —Ojalá pudieras ayudarme, pero sólo eres un gatito.

Tomó a Pelusa en brazos y la acurrucó contra su pecho, descansando sus párpados que dejaban escapar aquellas incesantes lágrimas, Pelusa lo observó por unos cuantos segundos y lamió la punta de su nariz, Iván rió. —Te quiero.

only two weeks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora