eight (2/2)

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Había sido un día interesante.

La pareja de muchachos se mantuvo paseando por toda la ciudad, de vez en cuando se detenían en algunos lugares que llamaban la atención de Rodrigo y estuvieron toda la tarde comiendo un montón de dulces.

A Iván le dolía el estómago y los pies por caminar tanto, pero Rodrigo estaba tan hermosamente emocionado que prefería seguir aunque las suelas de sus zapatos quemaran.

-Ya está anocheciendo... ¿Me darás la sorpresa?

-Espera.
Rodrigo hizo un puchero por sexta vez consecutiva en esa hora; había hecho la misma pregunta tantas veces que Iván quería darle un golpe en la boca para callarle, sin embargo, se contenía, por el bien de los dos.

No quería ser brutalmente golpeado por los amigos de Rodrigo y su queridísimo amigo caballo.

Revisó la hora en su celular: siete y doce de la tarde. La hora perfecta para dirigirse al sitio donde se encontraba la sorpresa del adorable y energético petiso. Nuevamente, tomó su mochila negra junto al regalo que aún no le entregaba a Ezequiel (aunque le hubiese rogado por media hora) y le indicó que le siguiera, pronto se posicionó a su lado y le dirigió una mirada de curiosidad; aquella que derritió su corazón y le hizo sudar de los nervios.

-¿A dónde vamos?

-A un lugar- carraspeó su garganta, algo inquieto, -el lugar donde está tu sorpresa.

Rodrigo gritó y una risita se escapó de su garganta, ladeando la cabeza a su vez. -Compórtate, idiota.

-...Perdón.

El silencio inundó el ambiente e Iván aprovechó para pensar muy a fondo su situación, aunque su confusión respecto a las nuevas sensaciones le nublaba el juicio y no sabía muy bien cómo continuar con eso, cómo actuar, ¿le gustaba Rodrigo o simplemente le agradaba la forma en que era tratado? Le frustraba, porque no sabía diferenciar entre una cosa u otra.

Todos sabían que Iván no era alguien muy conciente sobre sus sentimientos, a menudo los ignoraba o los dejaba de lado para concentrarse en otras cosas que consideraba mucho más importante. Para él, los sentimientos eran una 'pérdida de tiempo', quizás por eso no se había tomado el tiempo de explorar en el ámbito amoroso y descubrir sus verdaderos gustos.

Aunque no lo necesitaba realmente, Raúl se definía a sí mismo como 'un pibe que no tiene tiempo para el amor', Juan en varias ocasiones le explicó que probablemente era arromántico, pero Iván lo dudaba; quizás no se había presentado la oportunidad y ya está.

Aunque, si lo pensaba bien, aquella oportunidad estaba a su lado, y tenía nombres y apellido: Rodrigo Ezequiel Carrera. Un chico dulce, curioso, empático y a su vez risueño que, extrañamente, se fijó en un chico completamente diferente como él mismo. Se sentía halagado, de cierta manera, pero de la misma manera se sentía culpable por no estar seguro de poder corresponder o no sus tan genuinos sentimientos.

-¿Ya llegamooos?- la melodiosa voz que salió de la garganta de su amigo le hizo poner los pies en la tierra. Volteó a los lados, dándose cuenta que estaban peligrosamente cerca del lugar y aún no había tomado las precauciones.

Había estado caminando en automático por no sabía cuánto tiempo.

Le tendió la caja a Rodrigo para que la sostuviera mientras sacaba algo de su mochila: una cinta negra medianamente larga. Se posicionó detrás del cuerpo pequeño pero esbelto del ojeroso, y colocó con una delicadeza bestial el trapo sobre sus ojos, sujetando ésta en la parte trasera de su cabeza con cuidado de no apretar demasiado, pero lo suficiente para que no se cayera e impidiera la visión de Rodrigo.

only two weeks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora