eight (1/2)

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—Estoy nervioso... ¿Y si no le gusta?

—Yo creo que sí, está muy bonito.

Su labio inferior se abultó en un puchero diminuto mientras viajaba su mirada desde las facciones relajadas de Juan hasta la caja que yacía en la banca, a un costado suyo.

Juan se levantó del asiento, posicionando las manos en el interior de sus bolsillos y mirando a los lados. —Me voy con Abi, suerte.

El muchacho se retiró y dejó a un nervioso Iván junto al obsequio que le pertenecía a su pretendiente: Rodrigo.

Iván podía ser un hijo de puta, pero –casi– siempre cumplía su palabra. Aprovechó que ese martes no había clases e invitó al petiso a dar un paseo por el parque, además de eso, se dedicó a explorar sus gustos a través de sus amigos (que al principio no querían hablar con él, pero terminaron cediendo) y así preparó un regalo para él.

La presencia de Rodrigo pronto acaparó toda su atención, se acomodó de manera fugaz en el banco de madera y sostuvo la caja naranja entre sus frívolas palmas. La sonrisa característica del ojeroso provocó que su corazón palpitara con violencia en su pecho, disimuló eficazmente el nuevo nerviosismo que se apoderó de sus manos y se levantó para saludarlo, con una pequeña sonrisa tímida. —Hola, Rodrigo.

—¡Hola!— terminó de acercarse y le dió un pequeño abrazo que Iván tardó en corresponder, sin embargo, dudoso, lo hizo al final. Se separó tras unos cuantos segundos y le miró, expectante. —¿Qué haremos hoy?

—Pasear.

Rodrigo hizo un puchero; —¿Sólo eso?

—Te tengo una sorpresa, pero será en la noche.

—¡Bien! Vamos.

Iván tomó su mochila y ambos emprendieron camino hacia un destino desconocido. No sabían a dónde ir, simplemente permitirían que el viento los llevase a algún lugar interesante en el cual pasar el resto de la tarde.

Iván estaba cada vez más convencido de que la belleza que poseía Rodrigo no era de éste mundo, y lo confirmó cuando pudo observar el perfil del muchacho siendo iluminado por la luz del sol, cómo sus cabellos resplandecían al igual que sus pestañas que notó eran de un color castaño, o quizás los rayos de luz le hacían lucir así. Sus ojos parecían quizás más profundos que un inmenso mar; sólo que aquellos fanales brillantes se atiborraban de un verde desconocido y atrapante.

Esa era la palabra con la que podía describir a Rodrigo: atrapante. Y se sentía raro porque nunca antes había pensado así de alguien, nunca antes había disfrutado tanto simplemente mirar a alguien y recibir incluso un escupitajo de alguien.

Por primera vez, disfrutaba de la compañía de alguien en vez de querer golpearle y dejarle a un lado.

Se cuestionó sus actitudes iniciales: distante, agresivo, apático. Llegó a la simple conclusión de que era un estúpido y Rodrigo su salvador por hacerle recapacitar acerca de su forma de relacionarse con otras personas.

Una semana, lo que restaba de ese día hasta el siguiente lunes quedaba para que Rodrigo se rindiera y le dejara en paz.

Al principio lo quería, ahora ya no.

Suspiró, dirigió la vista hacia el frente y dejó que los pensamientos abrumadores se disiparan así como el recuerdo de él siendo un insensible.

only two weeks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora