Capítulo 3

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—No puede ser verdad

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—No puede ser verdad...—observé a Charles bajar de su auto, seguido de Lando. Mis emociones eran un completo desastre. Aproveché la ocasión para tomar la chaqueta de Max y colocarme su gorro, tratando de ocultarme. Pero sabía que iba a ser imposible. Mi cabello había cambiado, ¿Qué tan probable era que me reconozcan?

—Bien, por el amor de Dios.—Sophie intervino con su tono molesto reflejando la confusión y la necesidad de respuestas. —Ya explícame en qué diablos estás metida, Amber. Esto es lo que menos me esperaba de ti. ¡Eres demasiado perfecta, correcta y moral para ser parte de... esto!—señaló el lugar.—¡Y ahora te escondes debajo de una chaqueta!

—No seas aguafiestas, amiga. Disfruta un poco del peligro.—miré a Liv queriendo arrancarle los ojos.

—Estamos en otro país, haciendo algo ilegal. ¿Y tú me dices que me calme? ¡No quiero ir a la cárcel cuando todavía no tuvimos nuestra graduación! Ohg, mis padres si llegan a enterarse de esto me van a matar...—no podía culparla, era exactamente lo que yo pensaba la primera vez que estuve en un lugar así. Pero estaba segura que no iba a suceder nada.

—¡Ya para, Soph! Todos nos miran como si fuéramos unas malditas locas. Estamos aquí y no tenemos opción. Ni que fueras a subir a un auto de esos.—al menos Liv estaba algo cuerda.

—Me recuerdan a la primera vez que tu hermana pisó la pista.—mis músculos se tensaron al escuchar esa voz. Me escondí detrás de Josh, tratando de ocultarme a mí y a mis emociones, como si pudiera protegerme. Carlos se dispuso a saludar a todos en la pista, y cuando llegó mi turno, mis sentimientos se agitaron aún más.

—Hola. —Dije levantando la mano tímidamente, como si esa simple acción pudiera ocultar lo que realmente estaba sintiendo en ese momento.

—¿La menor de los Verstappen no puede escaparse de lo ilegal?—alcé mi vista lentamente encontrándome con él.—No me sorprende.

—A veces... las cosas no quieren dejarte ir.—Susurré, incapaz de mirarlo a los ojos mientras las emociones amenazaban con desbordarse.

—Espero que decidas correr.—Mis ojos se llenaron de lágrimas al verlo, los recuerdo agolparon mi mente de golpe, soltando una oleada de sentimientos que había estado reprimiendo durante todo este tiempo.

—¿No estás enojado?—pregunté algo inquieta en mi lugar. Tenía miedo ante su respuesta.

—No podemos enojarnos por las decisiones que uno toma, Amy. No tendría amigos si fuera así. —sonrió de lado y me envolvió en sus brazos. Pude sentirlo tan genuino, que eso solo hizo que mi corazón se encogiera aún más. Fui demasiado injusta.—Estás aquí, eso es lo que importa, ya vamos a tener tiempo para hablar.—susurró por lo que algunas lágrimas se escaparon de mis ojos. Nos separamos y sonreí.

—No quería que así fuera nuestro reencuentro.—soltó una pequeña sonrisa.

—No querías un reencuentro, ambos lo sabemos.—bajé mi mirada.—Pero creo que no había una forma mejor. Y alguien te espera, realmente está emocionado.—me señaló al lado de Max. Lando me analizó sin creerlo mientras una gran sonrisa se dibujaba en su rostro y no pude evitar sentir mis lágrimas correr sin parar por mis mejillas. Corrió hacia donde estaba alzándome en el aire, abrazándome con todas sus fuerzas, como si no quisiera dejarme escapar de nuevo.

Adictos a lo Prohibido #2 - Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora