Capítulo 16

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—Buenos días

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—Buenos días.—susurré bajando las escaleras de mi casa. Marissa estaba empacando algunas cajas en la sala.

—Oh mi niña. El desayuno está en la isla.—la observe confundida.

—¿Nadie más despertó?—pregunté al ver la casa tan tranquila. Lando, Abby y Charles se habían quedado aquí. Pierre, Ava y Kika fueron a la casa de Liv mientras que Carlos fue a dormir con Sophie, para sorpresa de nadie. Jake se tomó el primer vuelo a Canadá que encontró. No lo culpaba.

—Lana vino en la mañana a dejar a Em para ir a comprar algunas cosas. Está durmiendo con Max. Los demás aún duermen.—asentí confundida. Cuando desperté, Abby todavía estaba dormida. Fui a la cocina para prepararme un té. No tenía apetito para comer. Volví a la sala y ayudé a Marissa con las cosas.

—Supongo que papá ya te contó la noticia.—bajé mi mirada mientras tomaba una caja. En la mañana, mucho más temprano, tuve que hablar con él porque había una persona interesada en alquilar nuestra casa, y debió informarle al personal. Pero nadie más lo sabía, era una sorpresa. Ella sonrió de lado algo triste.

—No me sorprendió mucho la decisión. Eres joven y mereces explorar tantas cosas. El mundo es hermoso, Amy. Y verás cosas maravillosas.—sonreí de lado. Ellos siempre fueron tan generosos con nosotros, que papá siempre les regalaba un viaje para que vacacionaran donde ellos quisieran. Siempre las sentían como una luna de miel.

—En serio me encantaría llevarte con nosotros.—susurré mientras guardaba algunos álbumes en las cajas. Ella sonrió de lado.

—Oscar y yo somos demasiado viejos para esas cosas, Amy. Ya era hora de que nos retiremos. Trabajamos para ustedes porque prometimos no abandonarlos mientras estuvieran a nuestro alcance. Pero viajar a otro país y comenzar de nuevo... es demasiado difícil para alguien de nuestra edad.—bajé mi mirada apenada. Ellos habían dejado todo para acompañarnos a Boston. Habían decidido volver a Portland, a su antigua casa.

—Pero Lana dijo que era un lugar muy bonito, y solo confía en ti para cuidar a Em.—se sentó a mi lado mientras me abrazaba cálidamente.

—Podrás venir a visitarnos cuando quieras. Y le prometimos a tu hermano que iremos a verlo cuando esté en Austin, estaba demasiado contento.—asentí acurrucándome en sus brazos.—¿Puede ser que haya visto a ese chico apuesto que antes era tu novio?—sonreí levemente.

—Él está aquí.—susurré incómoda.

—¿Qué te trae tan preocupada?—suspiré pesadamente.

—Anoche discutimos. Supongo que hoy debemos hablar de nuevo y no quiero. Me gustaría desaparecer.—soltó una pequeña risa.

—Todos queremos desaparecer algunas veces. Pero ya sabes por tu propia experiencia que esa no es la solución.—rodé mis ojos.—Debes despejar tu mente un rato. Vamos. Debemos empacar lo que vas a llevar a la casa de Max. Sé que los videos de tu madre vas a querer conservarlos.—asentí mientras ella me pasaba la caja. Guardé algunos álbumes más junto a algunos cuadros. Mis ojos se cristalizaron a medida que veía la caja llenarse.—Me recuerdas cuando dejamos la casa de Portland.

Adictos a lo Prohibido #2 - Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora