Walburga jamás en la vida pensó que se aparecería en un pueblo muggle.
La carta de la señorita Evans incluyó un mapa y la descripción de su casa. Walburga miró el lugar, era sombría y el aire tenía un olor a humo, el pueblo rodeaba un gran edificio gris, una fábrica.
Caminando entre los muggles miró las casas hasta que llegó a la que tenía la descripción; un jardín con flores y un bebedero de aves de color azul. La casa era diferente a las demás, mientras los otros tenían el césped seco y muerto, en la casa de los Evans se podía notar que la belleza del verano era perpetua.
Walburga miro unas muñecas de trapo recostadas en el césped y retazos de tela. Con firmeza tocó la puerta de entrada, solo bastaron unos segundos para que se abriera dejando ver a una señora pelirroja y ojos azules.
—Lady Black— la señora Evans hizo una leve reverencia de cabeza en forma de saludo, abrió más la puerta. — Es un gusto tenerla en mi morada.
—Un gusto conocerla, señora Evans— saludo Walburga entrando a la casa.
—Su abrigo— ella extendió sus manos y Walburga se quitó su abrigo, para luego ser colgado en un porta abrigo.
La puerta de entrada daba directo a la sala de la pequeña casa.
Ahí sentada, como pálida como un muerto estaba Eileen.
—Lady Black— Eileen se puso de pie e inclinó su cabeza.
Walburga la vio de pies a cabezas, su cabello que un dia fue negro como las noches de rituales estaba opaco y enfermizo, su mirada de cuervo ahora era patética y temerosa. Delgaducha y mejillas hundidas.
No quedaba nada de la bruja que capturó el corazón de Alphard.
La señora Evans las dejó y regresó con té. Las tes se quedaron en silencio.
—Eileen— dijo la señora Evans.
—Es bueno verte, Walburga — susurró levemente Eileen — Han pasado años.
—Seré directa— Walburga la miró — ¿Por qué huiste?
—Sucedieron cosas... —Eileen bajó la mirada. —Me vas a juzgar.
—Depende de las cosas.
—Tenía 18 — Eileen alzó la mirada y notó las lágrimas formándose en sus ojos— Estaba en un pub de Londres, tú sabes que me gusta la poesía muggle y había un poeta en un recital. Conocí a Tobías cuando él tenía 33, solo fue un coqueteo inocente. No sé qué momento me puse mal, pero amanecí en su departamento, desnuda en su cama.
Walburga dejó la taza en su regazo.
—No se necesita saber que paso— Eileen se limpió las lágrimas — Estaba asustada, me sentía sucia. No me sentía digna para casarme con Alphard, así que robé algunas joyas y las vendí y me casé con Tobías.
—Eileen— Walburga sintió pocas lágrimas escaparse de sus ojos.
—Me aferre a que me amaba y a mi hijo— siguió hablando — Pague mi idiotez a su lado, y ahora él murió.
—Ese infeliz— dijo la señora Evans — Sabía que su matrimonio era raro, pero jamás me imagine esto. Deberíamos saquear su tumba y dárselo de comer a los cerdos.
Walburga miró a la pelirroja, pensando en la idea.
—Debiste pedirme ayuda, Eileen— dijo Walburga levantándose y sentándose junto a ella. Eileen apoyó su cabeza en su hombro y empezó a llorar, Walburga botaba lágrimas silenciosas solo siendo los sollozos de Eileen que se escuchaban.
Walburga miró a la señora Evans que tenía la mirada agachada y también en lágrimas.
Luego de minutos de sollozos, Eileen la miró.
—Necesito tu ayuda— pidió Eileen — Tengo un hijo, se llama Severus. Yo necesito que mi padre lo nombre su heredero, quiero asegurarle su futuro.
Lord Prince, pocas veces hacía aparición en la vida social. Pero Eileen tenía un punto, el niño salvaría que el apellido Prince no muriera.
—Ni me importa si aun sigo repudiada. Solo importa Severus.
—Hablaré con tu padre— le dijo Walburga — Haré lo posible para que te conceda una visita. No estás sola Eileen, no esta vez.
—Todo saldrá bien – sonó optimista la señora Evans.
Esta vez, Walburga ayudará a Eileen.
N/a: Al fin todo fue resposteado. Esperen nuevo capítulos
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La serpiente de dos cabezas
FanficLily Joy Evans no era la única bruja de la familia Evans Cuatro años antes Petunia Vivianne Evans recibió su carta de Hogwarts en sorpresa y alegría para sus padres, una prueba que tenía magia. Petunia desde el primer momento estudio y panorama, sab...