La historia de Luz

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En el cielo habitaba un alma pura, pero cualquier alma, la más pura de todas; sus ojos eran azules claros como el reflejo del agua clara, su cabello era de un rubio pálido, sus alas eran las más blancas cómo la nieve, su coronilla era la más brillante de todas. Su hermoso brillo era el más puro de todos, ningún otro se le podía comparar

Algunos podían envidiar la pureza inalcanzable de aquella alma, pero no era posible para todos esos ángeles cuya prioridad era obedecer las leyes de su dios.

Un día cómo cualquiera, la pequeña alma se encontraba haciendo sus tareas, la cuales siempre hacía o tenía que  hacer en su cotidianidad; sin embargo, alcanzó a oír una voz suave y gruesa, que muy apenas se podía escuchar . La pequeña alma fue a ver quién era la persona que producía aquella voz, mientras escuchaba como le llamaba diciéndole: " Ven, Luz, ven". Ese era el nombre de aquella alma tan pura y tan blanca.

Cuando llegó al sitio, solo pudo percatase de un gran agujero negro y sombrío que se encontraba en el suelo cubierto de nubes perteneciente aquel paraíso. La alma miró aquel hoyo negro dónde se escuchaba los gritos de dolor de aquellas almas que yacían ardiendo y agonizado con el fuego del infierno. Ese hoyo negro era el portal del cielo al infierno, y de cierto modo, no se le permitía acercarsele a él por una razón que él mismo desconocía. Luz supuso que tal vez se trataba alguna alma en pena, por lo que ya no le tomó importancia.

Hasta que una mano lo tomó de su pierna, haciendo que este tropezara, y accidentalmente cayera en el hoyo negro; nadie escuchó sus gritos de ayuda desperados. Nadie lo hizo, nadie.

Quién cayera en ese hoyo ya no salía, ya no se le volvería a ver.

***

Se escuchaban los gritos de almas en pena, todo estaba cubierto en llamas, había un olor intenso azufre y a cenizas de algun muerto. Luz se levantó adolorido de donde había caído, después miro hacia sus alrededores y no vio a nadie mas que una figura a lo lejos. Dándose cuenta que esa figura se mostraba espantosamente grande e intimidante, además de que resaltaban unos grandes cuernos puntiagudos de ella. La almita se asustó al ver aquella figura con cuernos, y se paralizo del miedo cuando vio de quién se trataba.

Se trataba de el mismísimo Satanás. Él lo miró detenidamente, mientras que la pequeña almita temblaba del terror que sentía con formé lo veía cada segundo de su tiempo.

—¿Esta es la alma más pura que pudieron encontrar? —preguntó el mismo Satanás, cómo sí estuviera hablando con alguien más que no fuera Luz.

—Sí, señor. Lo es... —se escuchó nuevamente aquella voz suave y gruesa, pero esta vez con un ligero eco.

Para ese momento, Luz sintió como alguien lo empujó por detrás, haciendo que esté cayera de rodillas en aquel piso rocoso del inframundo. El pequeño Luz subió la mirada con temor, para ver a Satanás de frente a pies a cabeza.

—¿Q–qué quieres de mí? —preguntó aquella alma con voz temblorosa, llena de pánico y miedo.

—¿De ti? Bueno, quiero tu corazón —contestó el rey del inframundo.

—¿M–mi corazón...? —dijo aterrado mientras apretaba su pecho con fuerza.

—Sí, tu corazón —replicó nuevamente.

— ¿Q–qué quieres de–decir con e–eso? —dijo realmente aterrorizado y con voz tartamuda por el inmenso miedo.

Satanás suspiro pesadamente, viéndolo con sus ojos de fuego de forma inconsciente.

—Ya lo verás, Cristofer... —dijo finalmente.

De repente, sintió como manos oscuras lo agarraban de cada de sus extremidades, él trató de resistirse pero era inútil. Algo que parecía ser algo negro pegajoso como lazos también lo agarraban con extrema intensidad. Él gritaba, trataba desperadamente librarse de aquellas manos y lazos negros, pero todo era en vano.

Cristofer Park (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora