Novatos

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Las campanas de la iglesia retumbaban con su esplendor por todo el lugar. Los pájaros huían de aquel sonido estrepitoso de sus respectivos hogares. Huyendo alrededor de aquella escuela llena de jóvenes novatos que estaban ahí por una razón en específico. Todos iban a el santuario para una ceremonia que hacían casi todos los años, donde gustaban de recibir con los brazos abiertos a nuevos reclutas de todas las edades a su maravillosa escuela.

Todos se sentaban en fila en aquel lugar extremadamente religioso, donde recibirían a aquellos nuevos jóvenes dispuestos a dar su palabra para defender a la humanidad con sus vidas. Todos hablan y murmuraban dentro de aquel santuario religioso, mientras que el padre de la iglesia pedía silencio a todos los estudiantes.

- ¡Orden! ¡Orden! -exigió el padre de mediana edad.

Todos callaron, pero seguían habiendo pequeños susurros dentro de aquel salón, y aún así, el padre se dispuso a pronunciar sus primeras palabras ante la multitud.

- Jóvenes y niños, supongo que ya todos saben el porqué estamos reunidos aquí. Hoy venimos a darles la bienvenida a nuestros nuevos reclutas. Viendo desde un pueblo de Colorado hasta Washington. -dijo el cura.

- Denles la bienvenida a estos jóvenes del pueblo South park. Con mucho gusto pueden pasar ahora a presentarse. -afirmó el cura dándoles el pasó al pequeño grupo de jóvenes.

Kyle, Stan, Kenny, Cartman, Butters y Gregory pasaron al frente, cada uno se presentó con cierto grado de cortesía y respeto, uno más que el otro. Tratando de dar un primera impresión aceptable, dentro de lo que cabe. Después de su presentación todos los saludaron y les dieron la bienvenida a petición del padre de la iglesia. Las miradas y las expresiones de cada uno de los estudiantes eran penetrantes, parecían un montón de perros hambrientos ansiosos de devorar todo a su paso, sedientos de sangre a todo lo que daba.

No se hacia falta mencionar que el grupo de Stan se sintieron incómodos ante las miradas de todos los alumnos, que reflejaban cualquier cosa, menos buenas intenciones. Luego de aquella experiencia tan incómoda, el padre de la iglesia les dijo que se podía retirar, al mismo tiempo que les dio la indicación de que esperarán en la sala donde recibían a los nuevos reclutas, y esperar ahí hasta que uno de los alumnos de rango superior los llevará a sus nuevas habitaciones.

Los chicos obedecieron, apesar de sentirse inquietos ante la situación de tensión que acababan de experimentar. Todos menos Gregory, quién se le veía muy sereno. Los seis chicos se quedaron esperando dentro de la sala, sentados en en unos sillones que estaban ahí. El chico melodramático se mantenía alejado de los otros cinco, mientras leía tranquilamente un libro mientras esperaba.

Por otro lado, el grupo de cinco estaba bastante desconcertado por la actitud tan extraña de la gente de ahí hacia ellos.

- Oigan, chicos. ¿Fui el único que noto todas esas miradas? Díganme que no. . . -comentó ansioso el chico de sudadera turquesa.

- Sí, nos miraron raro. . . -considio él de abrigo naranja.

- ¿Crees que ellos no nos quieren aquí. . .? -preguntó temeroso él de turquesa.

Una pequeña risa se pudo oír dentro de la toda la habitación, como un especie de eco. Los chicos dirigieron su mirada hacia una esquina de la habitación, donde estaba sentado Gregory en un sofá.

- Oh~, son tan ingenuos. -dijo el británico, mientras cerraba abruptamente su libro.

Y a su vez, haciendo un ruido estruendoso al juntar las dos capas de su libro, haciendo que los cinco jóvenes saltaran un poco por lo repentino del golpe.

- ¿Qué acaso no lo entienden? Ellos sólo los ven como unos viles gusanos. -comentó de manera despreocupada y perversa el chico.

Posteriormente, Gregory colocó su libro en una pequeña mesita de noche a lado de el sofá donde él estaba sentado. Para luego pararse de su asiento, mientras los veía fijamente con esa mirada perversa, y tranquilamente perturbadora.

Cristofer Park (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora