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Las salidas de los sábados... se han vuelto extrañas...

Bakugo no me mantiene la mirada y esto comienza a volverse fastidioso. Siendo honesta, no sé lo que me pasa y no me gusta sentirme así, no me gusta la idea de preguntarme a mi misma acerca de mi sentir.

Tampoco he logrado descifrar la mente de Bakugo, llegué a la conclusión de que no funciona del todo como yo creía, ¿por qué no hay un manual todo poderoso? Bueno... situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

—Leah...— llamo a mi hermana, no comprendo nada de esto y me da la impresión de que ella es la única persona imparcial que conozco fuera de mi padre, pero, a él jamás le contaría esta clase de cosas.

—¿Qué tienes, ______?— pregunta mi hermana, sin despegar la mirada de su libro, es la persona más estudiosa que conozco.

—Nada... olvídalo— se mira ocupada, tal vez simplemente pueda lidiar con esto yo sola.

Leh se retira el par de gafas que usa para leer en el ordenador, suelta un leve suspiro y voltea a mirarme de forma severa y acusadora, pero a la vez curiosa.

—Anda, dime. _________, literalmente te conozco desde que naciste, reconozco esa cara de "no entiendo, no me gusta no entender"— responde mi hermana con seriedad, parece un poco cansada.

A veces me da miedo.

—Leah, pareces cansada. Estudiar medicina debe ser difícil, ¿por qué no duermes un rato?— pregunto tratando de escapar de la situación.

Ella me mira de forma acusadora como diciendo "en serio, ¿es la mejor excusa que puedes darme?".

—Entra de una vez. Cielos, _______... ¿cuántas veces te tengo que decir qué puedes contarme tus problemas?— me regaña incluso soltando una especie de gruñido, frotando su rostro —. En serio, entra de una vez.

Como si no fuese suficiente mi miedo a la falta de comprensión, se le suma a la carga la incertidumbre que causa el gesto severo de mi hermana. Entro a la habitación, Leah relaja sus facciones y vuelve a masajear sus sienes, un gesto común en ella cuando piensa en algo seriamente.

—Verás... no sé... ¿cómo comienzo?— si soy honesta, me da bastante vergüenza contarle todo esto, pero, echarme para atrás ahora ya no es una opción.

Ella simplemente me mira, con un gesto aburrido.

—Bueno, piensa en esto. Tengo un amigo con problemas de ira, sabes, es todo un caso, no suele llevarse bien con nadie además que a un muchacho más y conmigo, a quienes no suele ins...— voy narrando nerviosamente hasta que Leh me interrumpe bruscamente.

—________, al punto— me dice.

—Pues este muchacho y yo comenzamos a frecuentarnos, ya sabes... aquel sujeto con el que salgo cada cierto tiempo... y ahora es incómodo porque ni siquiera me mira aún cuando salimos— le narro a mi hermana.

—Niña, una de dos: te está manipulando o ya se cansó de que le des falsas esperanzas. Es obvio que le gustas, lo ví el otro día cuando vino por tí— me responde de forma concreta y clara.

—¿Y eso como lo descubro?— pregunto.

—Pregúntale porque lo hace.  Si actúa indiferente o grosero, es un pendejo. Si se sorprende, pone incómodo y en general es respetuoso, puedes estar segura, ya verás que hacer en base a su respuesta— me responde con una leve sonrisa, joder, que buena hermana, siendo honesta, es la persona a la que más admiro.

Leah ha salido con un par de muchachos, nada muy serio, pero sí lo suficiente. El primero fue su amigo desde la secundaria y el segundo un estudiante de Biotecnología ya en la universidad, él sigue siendo su novio y están a punto de cumplir tres años. Ella aprende de la experiencia, así que definitivamente sabe cosas.

MOLECULAR. Bakugo Katsuki X LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora