Capítulo 4

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Esa misma noche, yo aún seguía contándole a mi familia sobre George, ellos me escuchaban con mucha atención. 

Al tiempo después, mi madre nos dio un postre de fresas mientras encendía la televisión para poner el noticiero, y lo primero que dieron fue una noticia llamativa e importante en primera plana. 

En esta noche, comenzamos con la noticia del empresario multimillonario, Albert Walters, quien iba a presentar el compromiso de su hijo menor con la exitosa modelo, Francela Thompson, varias fuentes indican que el joven nunca apareció a la cena que se tenía planeada hoy en la noche, varios famosos, conocidos de Walters, catalogan esto como unos de los peores momentos del magnate de negocios y aseguran que el matrimonio debe llevarse a cabo por responsabilidad social, ya que uniría a dos de las familias más poderosas de Nueva York— Explicó la periodista. 

Nosotros escuchamos todo con atención, no sé porqué me sentí un poco mal al escuchar eso si no tiene nada que ver conmigo, fue como un tipo de mal presentimiento. 

 —Pobre hombre, quiere tenerlo todo controlado, hasta a sus propios hijos controla a su antojo, gracias a Dios que ya no trabajo para él— Mencionó mi padre. 

—¿Tú trabajaste para Albert Walters?— Preguntó Karen. 

—Así es, nunca quise hablar de eso, pero fue mi primer trabajo como oficinista en el edificio Walters, yo nunca hablé con él directamente, solo una vez tuve que llevarle unos documentos que yo mismo hice y, como no le gustaron, los tiró por la ventana, ese mismo día me despidió, pero, gracias a Dios ahí fue donde conocí a su madre, a quien también despidió al tiempo después porque Albert se había dado cuenta que ella se casó conmigo, ¿Recuerdas, Whitney?— Explicó mi padre mientras dirigía su mirada hacia mi madre.

—Claro que lo recuerdo, yo era una de las secretarias del señor Walters, él se enojó mucho cuando se dio cuenta que Alexander y yo nos habíamos casado y me esperó con la carta de despido en mi oficina, pero, gracias a Dios, su padre y yo terminamos trabajando juntos en la cafetería de su abuelo William— Decía mi madre entre risas. 

—Ese señor Walters, parece que es no es muy agradable tratar con él, siempre está en el centro de las noticias— Mencionó mi hermana Alexandra. 

—Sí, Alex tiene razón, ni en la televisión parece ser buena persona— Agregó Karen. 

—No digan eso, hijas, él tendrá sus razones para ser así, no le pongo excusas pero debemos respetar a los demás, mas que estamos en tiempos de unión y perdón—  Mencionó mi madre con amabilidad. 

Mientras seguíamos viendo las noticias, yo recordé que no le había pedido el número de teléfono a George, ni tampoco le di el mío, sabía que algo se me había olvidado, por lo menos sabe dónde trabajo, espero que Dios le permita volver a la cafetería para volver a hablar con él. 

Puedo recordar cada palabra, gestos y risas que tuvimos durante el tiempo que él estuvo conmigo en la cafetería, es increíble que eso me esté pasando, digo, apenas lo acabo de conocer hoy y siento que quisiera volver a repetirlo, Will dijo que pasaron unas cuatro horas, pero yo perdí la noción del tiempo cuando estuve con él, todo depende sí es la voluntad de Dios.

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Al día siguiente

Hoy la cafetería ha estado muy movida, los clientes piden la especialidad de la casa, un pastel navideño, el cual, trae una regalía de cuatro galletas en forma de Santa. 

Nos encanta cuando llega la época de Navidad, Dios nos da mucha creatividad para hacer productos con esta temática con mucho amor para nuestros clientes. 

Estaré En Tus Brazos Esta Navidad (Novela Cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora