02; Acechando

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2 de Noviembre de 1975

Kirishima sale de trabajar a las ocho y media de la noche, cuándo ya está anocheciendo. Camina por las calles de la ciudad, y en esos momentos maldice internamente vivir a las afueras de la ciudad, tiene que caminar demasiado, y nunca le gustó nada caminar en la noche. Debería sacarse su licencia de conducir y por fin comprar un carro.

Poca gente queda en las calles, y mientras va avanzado, menos. De nuevo se siente raro, observado, siente que alguien lo está siguiendo desde hace rato. Se gira, pero no ve a nadie detrás de él, ni a los lados, está prácticamente solo en la calle. Empieza a sentir miedo, su piel se eriza por el terror, ya que sabe que lo que le está pasando no es ninguna pesadilla, ninguna broma pesada que alguno de sus amigos le está jugando, sabe que eso es la vida real, que alguien inhumano, o que antes fue humano, está vigilando todos sus movimientos, sabe que algo quiere alguna cosa de él.

Llega a casa tras aproximadamente media hora caminando, treinta minutos intensos que se han sentido como horas extrañamente largas dónde en todo momento a sentido unos ojos pegados a él. Ya son las nueve de la noche, por lo que se hace algo de cenar mientras ve la televisión, realmente no le parece interesante nada, las noticias son monótonas y aburridas, nada que realmente le interese. Después de cenar, apaga la televisión, respira agitadamente durante varios segundos, porque sigue sintiendo alguien mirándolo fijamente, demasiado cerca de él.

-Maldito fantasma...-Maldice a la nada, y el silencio es todo lo que recibe a cambio.

Pasa sus manos por su rostro, realmente estresado por la situación en la que se encuentra. Dónde una especie de espíritu parece no querer dejarlo en paz, aún así no piensa dejar que algo como eso marque su vida, ya que él es un chico inteligente, sabrá que hacer, o al menos eso es lo que quiere pensar. En realidad, nunca pensó verse en esta situación.

El teléfono comienza a sonar, y Kirishima se levanta para contestar la llamada.

-¿Diga? Eijiro Kirishima al habla.

-¡Eijiro!-Responden desde el otro lado, y no le cuesta más de unos segundos reconocer la voz de la otra persona.-Menos mal que me dijiste tu número. Quería preguntarte algo, Ei.

Kirishima sonríe, ese chico le hace sentir muy feliz y querido. La pasa muy bien con él. Lo ayuda mucho a despejar su mente de todo lo relacionado a la muerte de Katsuki, a pesar de que ha pasado un año, aún siente la herida muy reciente.

-¡Claro! Adelante, soy todo oídos.

-Tal vez me estoy precipitando un poco. Pero... Este viernes tengo toda la tarde libre, ¿Te gustaría salir un rato conmigo?

Kirishima queda en silencio durante unos segundos, le apetece mucho ir, se muere de ganas de volver a pasar el rato con él. Está pensativo, tratando de acordarse de sus planes para el viernes, trabaja hasta mediodía, y no tiene planes para después, está completamente libre durante toda la tarde.

-El viernes-

Ni siquiera le da tiempo a terminar cuándo la llamada se corta de repente dejando a Eijiro con la frase a medias.
Kirishima aparta el teléfono de su oreja, extrañado por el repentino corte, mira el teléfono pero no ve nada raro, hasta que se da cuenta de que el cable está completamente desconectado. Frunce las cejas, pues él no ha hecho absolutamente nada, ni siquiera ha rozado el cable, mucho menos lo ha tocado ni desconectado.

De nuevo el olor a caramelo, está comenzando a odiarlo, siempre tan presente, recordándolo a los mejores y a la vez peores momentos de su vida, recordándolo a la mejor persona que ha conocido en sus veinte años de vida. No le cuesta mucho saber que ese fantasma quiere hacerle saber algo sobre Katsuki, o incluso no le extrañaría ni un poco que ese fantasma que lo acecha sea el propio Katsuki tratando de decirle algo desde el más allá.

-¿Que mierda quieres de mí?

De nuevo, silencio. Ni siquiera sabe que esperaba, ¿que alguien le contestara? Es tonto creer que alguien respondería, al fin y al cabo es el único ser, al menos humano, en la casa. Eijiro ni siquiera se molesta en volver a llamar explicando que ha tenido un accidente, ahora mismo no le apetece, de hecho, prácticamente lo ha olvidado. Directamente se dirige hacia su habitación con la intención de dormir durante toda la noche, y esperar a que a la mañana siguiente ese fantasma se rinda y lo deje en paz.

3 de Noviembre de 1975

Se levanta temprano, pues no ha podido pegar ojo en toda la noche por más que lo haya intentado. Hoy se siente especialmente cansado, pero lo bueno es que aún le quedan un par de horas para tener que ir a trabajar.
Se hace un café con extra de cafeína, para poder pasar con energía todas las horas que le quedan hasta que sea de noche de nuevo.

Eijiro se queda mirando fijo al cuadro de Katsuki, cruzando sus dedos para no percibir ningún movimiento. Una vez más, tal y como ocurrió hace escasos días, el retrato se mueve, señalando a las escaleras hacia el sótano. Kirishima se sobresalta al ver eso, pero esta vez, decide ir. Baja las escaleras lentamente, con miedo a lo que podría haber, enciende la luz con una lentitud desesperante, pero que aún así para él se siente demasiado rápido. La luz tras un pequeño parpadeo por fin hace clara su vista del sótano, es duro para él bajar hasta ahí, hacia tanto tiempo desde que no bajaba, desde que guardó todas las pertenencias personales de Katsuki ahí abajo.

Examina todo, los muebles cubiertos por una fina capa de polvo, sopla para retirar el polvo, aunque no es cómo si hubiera nada extraño, tan sólo muebles descoloridos. Revisa todas las cajoneras, pero no ve nada de interés. Llega hasta el escritorio de Katsuki, dónde este pasaba horas y horas escribiendo.

Encima del escritorio hay una caja, la abre y ve un papel, lo abre bruscamente, con miedo y lo único que ve es un nombre corto, de cuatro letras "Deku"

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