44. fan del ballet.

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Siempre fue fan del ballet, nunca supo el porqué o cómo pero nació con ese don, la flexibilidad o la delicadeza. Estaba ahí desde que tiene memoria, quackity fue tratado de marica, gay, y casi fue asesinado por practicar la danza, por lo tanto su familia negó su deseo de seguir una carrera en aquella instancia. Estaba entre la muerte y la vida, en una camilla sin saberlo, se sentía como un sueño, sus puntas en los pies se movían con suavidad, sus brazos redondeaban su cabeza, su cadera mecía y su cabello estaba sujetado por una pequeña cola detrás de su nuca.

Quizás en la cabeza, quackity seguía danzando el ballet al ritmo que los médicos trataban de conectarlo a la computadora «Despejen» decían al sostener el desfibrilador y unirlo a su pecho. El menor tan sólo tarareaba con ese traje divino de colores blanquecinos y con sus mangas sobresaltadas.

Luzu, vegetta y alexby estaban al margen, se desesperaban en la sala de espera con ese aire a tensión pesada y la pena del alfa se sentía en los huesos de los demás, sus pies golpeaban el suelo de la clínica con deseo de volver a escuchar la voz terca del omega o lo molesta que es su risa, lo extrañaba tanto que mordería la piel de sus dedos hasta sacar sangre de allí, tal vez la pérdida y el dolor se irían más rápido.

La sala siguiente estaba siendo ocupada por rubius, aquel alfa con tanta pérdida de sangre como la condición de quackity, aquel estúpido hombre iluso quiso ayudar al chico con su sangre, por muy inútil que fuese también quiso suicidarse. Estaban reanimandolo deseando esperanza aunque nadie fuera la sala quería que aquel mounstro se salvará.

«Sí tú mueres, yo moriré contigo, no importa sí yo te he asesinado, quackity, voy a ir al infierno contigo» fue lo último que dijo rubius antes de terminar en aquella camilla vieja donde habrían muerto al menos más de 50 personas. Luzu podía oir el tictac del reloj de la sala de forma como si aquel aparato estuviera incrustado en sus tímpanos sangrantes, veía las muñecas de su piel con marcas; algunas selladas con banditas de kuromi.

Fueron las horas más horribles de sus vidas, vegetta había perdido tanto pelo  del estrés como si fuera un gato tan sólo de arrancarselo, alexby seguía pensando en fargan quien estaba al otro extremo de la sala sujetando los brazos de luzu con presión al verle empezar a mascar su piel muerta con sus dientes, en el fondo, esos dos querían abrazarse también.

«Familiares de Quackity Wembley» gritaron, luzu como los 3 detrás suyo corrieron a buscar al médico quien les indicó la sala correspondiente -Está estable, pero sigue un poco débil, por lo tanto, nada de presiones ni gritos frente al paciente antes de que mejore.

El castaño asintió, estaba nervioso mientras movía la manilla tensa, frunció su barbilla finalmente viendo la escena. Quackity estaba despierto, aunque algo confundido, su boca seguía pendiente del oxígeno y sentía como todo el cuerpo ardía por dentro, sus piernas no se movían y poco a poco pudo fijar la mirada en el alfa al sentir aquel olor a vainilla tan reconocible.

-Quackity- dijo entre un gemido inhalante, vegetta se adelantó entre pasos abrazando el cuello de quackity con delicadeza, formando un agarre de esperanza -Ugh, me duele todo.

-Todo va a estar bien- luzu no podía moverse, había esperado tanto la llegada del menor que sus pies no podían atreverse a caminar, alexby y fargan con una sonrisa saludaron al chico en la camilla con esas ojeras que solo apuntaban a luzu.

-¿No me vas a saludar?- preguntó con una sonrisa egocéntrica, era increíble que a pesar de todo, luzu era el que estaba llorando -Te extrañe tanto- susurró abrazando el cuerpo rígido del paciente, luzu acarició su mejilla dándole un breve beso en la frente con cariño.

-¿Los dejamos solos?- preguntó fargan con una de sus cejas arqueadas, quackity asintió con vergüenza. El trío salió de la sala, vegetta seguía conteniendo las ganas de llorar, y sobre todo, de ir a ver cómo estaba rubius en la otra camilla, se sentía estúpido preocuparse por un mounstro.

-Tengo que ir a verle- susurró sin importar si fargan protestaba, entró en la sala de al lado encontrando con un rubius conciente, veía sus muñecas con esa expresión agitada.

-Vegetta- levantó la mirada de lágrimas apenadas, aunque el beta ya ni siquiera podía adivinar si estaba arrepentido o no -No sabes cuanto te odio.

Repetía -A pesar de todo, de lo que me hiciste, de lo que hiciste, me sigues teniendo atado, ya no sé qué hacer- se acercó a pasos lentos y secos con esa expresión griseasa que rubius odiaba.

-No necesito que estés aquí, vegetta, vete, será peor si estamos...- el sonido del golpe fue fuerte, pero resonó más en la cabeza del alfa, quizás sonó tan fuerte como para que vegetta sintiera un escalofrío.

-Deja de hacerte la víctima, actúas como el típico que quiere aparentar estar arrepentido y en el fondo sigues siendo el mismo, si realmente quieres ayudar, ve a una celda y toma terapia, no me digas cosas que no sientes ni vas a cumplir, lo que hiciste es horrible, ¡nadie te va a perdonar así que trata de perdonarte a ti mismo!- había golpeado su mejilla derecha, poniéndola roja y con la marca de su mano en ella, rubius por lo débil cayó sobre el brazo de vegetta sintiendo un abrazo cálido como a la vez; uno de los más fríos.

-Ayudate a seguir siendo el rubius que me besaba con tanto respeto y cariño, deja que te ayuden, y paga por lo que haz hecho- susurró, sintiendo las lágrimas del rubio caer, no le importaba, rubius ya no era el mismo y sería difícil ver su foto sin saber; que era lo peor del mundo.

Pero a veces, las víctimas como vegetta prefieren vivir en paz, prefieren dejar ir, y con ello dejar ir su trauma, al igual que su abusador, prefieren perdonarse y perdonarlo para ya no convivir, prefieren soltar y sanar por su cuenta, ese abrazo, fue el último, y fue el que duró más pero duró menos en su relación, ya no amaba a rubius y el karma de rubius era quedarse solo.

-Adiós- respondió el alfa dejando que la cadera de vegetta se fuera, dejando de abrazar su cintura, y dejando de querer verle otra vez con esa mirada despectiva, tenía un remolino mental a ese punto, hubiera deseado morir con quackity a que le dijeran aquello, y a sentir su mejilla rojiza.

(...)

Luzu estaba allí, sentado a un lado de quackity que estaba en el hospital por quien sabe cuánto, el omega se aferraba al agarre de luzu con fuerza -Abre la boca- dijo el alfa.

Y su chico respondió, abrió la boca sintiendo un pedazo de jalea entrar por su lengua, luzu lo había estado alimentando -¿Te pasó algo en las muñecas?- preguntó, haciendo que la expresión de luzu dijera todo y a la vez nada.

-No es nada, me lastime por un ataque de pánico- quackity había estado recibiendo libros para colorear, junto a ellos, unos marcadores fosforescente, algunos normales, levantó uno de los brazos viendo que aquel no tenía las banditas de kuromi.

Luzu cerró los ojos esperando algún regaño pero en vez de eso, sintió el marcador amarillo marcar su piel, el omega dibujó estrellas en cada cicatriz, en cada pequeña cicatriz que demostrará el dolor de luzu, esperó a que quackity terminara -Listo, así cada vez que mires tu muñeca sabrás que yo...

No pudo terminar de hablar, luzu había besado sus labios de forma tierna, quackity sintió esto como una apuñalada de realidad pura, correspondió como pudo abrazando el cuello de luzu entrelazando sus dedos detrás de su nuca siendo sujetado por el mismo atrás de su cintura pequeña.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora