Jax
¿Ya había dicho qué odiaba la mañana?
Resultaba ser que sí había un Dios en lo alto del cielo, me detestaba porque era el quinto día consecutivo en el que tenía que despertar cuando el sol apenas salía. Eso de hacer papelerios estúpidos no era lo mío claramente, aunque era para mi beneficio.
No podía seguir abusando de la buena voluntad de mi hermano, y más si teníamos la relación un tanto tensa como ahora.
Y eso me dejaba en un día sábado, que era mundialmente conocido por aprovecharlo para descansar o irse de fiesta, entrando una vez más a ese piojoso banco.
Cuando estuve detenido, perdí todas las acciones de la empresa familiar, aunque gracias al cielo Amalia fue precavida con todo lo que respectaba al futuro de sus hijos, dejándoles una cuantiosa cantidad en bonos de otras empresas griegas.
Y gracias al cambio monetario y a la inflación del lugar que teníamos actualmente de residencia, esa cifra se multiplicaba casi obscenamente.
Hice toda la operación que me indicaron, una vez más, tenía cada papel necesario en regla gracias a Betania que organizó todo en la noche.
Dama precavida y ligeramente metiche.
Firmé la hoja que me tendía el bancario, en donde especificaba que me hacía cargo de la gran suma que retiraba en efectivo. Ese movimiento no hacía temblar ni por asomo mis cuentas, y mucho menos las de mi niñera judicialmente asignada.
Ahora la cuestión era, ¿qué hacer con cada centavo que había liquidado?
La respuesta más simple sería rentarle un apartamento a la embarazada, y por fin librarme de su molesta presencia. Pero Kurt insistía en observar de cerca el avance de su embarazo por alguna razón desconocida.
Si no quería follarla, ¿por qué carajos quería tenerla tan cerca?
Sí, esa basura de la cuestión moral, pero eso no quitaba que el colombiano empezaba a asustarme con sus hábitos raros. Para empezar, estaba cada noche en casa, y me atrevía a decir que se apuraba para estar allí cuanto antes. No iba a ese club que le parecía divino, y tampoco se veía con ninguna de sus amantes.
Quizás, mi hermano estaba pasando por alguna clase de episodio maníaco y no me estaba dando cuenta.
Es que, no era normal su situación en él, pero si tenerla allí traerán las cosas a la normalidad y me dejarían en paz, debía intentarlo.
Y de golpe, ya sabía en qué gastar cada maldito retiro en mis cuentas bancarias.
Bea
Cerré los ojos con fuerza ante el calambre que me atravesó totalmente.
— Por favor, bebé...— Murmuré acariciando mi vientre
Me di cuenta que estaba a los pies de la escalera, en realidad, a lo alto de ella. Como pude, me fui agachando hasta quedar sentada en un escalón y esperar a que mi bebé dejara de practicar salto bungee con mi tierna vagina.
Amaba cada cosa que descubría en el embarazo, pero esto claramente no era memorable. Me había dado cuenta que al pequeño ser en mi interior, le gustaba llamar la atención con fuertes movimientos y gracias a las provisiones de chocolate que me trajo Kurt, también descubrí que así podía calmarse.
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La Guerrera de los Salvatore
RomanceTercera entrega de la serie "Los Placeres de Masium" Cuando el marido de Betania muere en un acto heroico, ella queda embarazada y sola. Ella realmente no llora la pérdida del amor, y aunque le afecta, lo que realmente la trae devastada era saber qu...