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Bea


— ¿Estás nerviosa?

Me di media vuelta al escuchar la voz varonil de Kurt. Llevaba la pechera que sostenía a Nina, que agitaba sus piernitas regordetas con alegría, lanzando algún chillido en idioma de bebé inteligible.

— Un poco...— Arqueo una ceja, no creyéndome nada — Bueno, muchísimo.

Y para no estarlo...

Estamos por inaugurar el local de tatuajes de Jax. No solamente que le había insistido durante meses con que su trabajo era magnífico, se infundo de confianza y siguió mi loca idea de monetizarlo, sino que también era la primera vez que tenía un trabajo después de mucho tiempo.

No iba a demostrarle que estaba igual de cagada de miedo que él, porque eso pinchar el globo de autoestima que había creado para sí mismo.

En el tiempo que llevabamos como pareja, desde que los tres nos sinceramos y contamos las duras historias de vida de cada uno, me había dado cuenta que detrás del tipo indestructible y de mal genio, había un niño abandonado.

Me encontré llorando en más de una oportunidad, mi nueva sensibilidad de madre me hacía pensar en el pequeño Jax que tuvo que aguantar infinidad de cosas, hasta que llegó un ángel de la guarda que nació en Grecia. Después del accidente, y ese trágico destino que puso casualmente a una de las personas que más le había hecho daño en su vida, justo delante del parabrisas de su coche.

A veces Dios también se equivocaba, de eso estaba convencida.

Y hoy, un hombre hecho y derecho, que criaba a mi hija como su propio padre, disfrutando de una paternidad de la cual estaba asombrado y agradecida en partes iguales, sufría en silencio.

Pedía silenciosamente que el local se llenará de gente, que se agotaran los turnos y que mi pareja tatuara a toda Masium, porque eso le daría el empujón final que le diría: "¿Lo viste? Eras increible".

— Va a salir todo bien, mi amor.

Se acercó, con la intención de tomarme de las caderas y abrazarme, pero mi hija tenía otros planes, como por ejemplo, llamar mi atención. La saque del agarre de la pechera para tomarla en brazos. A veces tenía miedo, miedo de que Nina volviera a rechazarme.

Pero eso hace mucho no pasaba y lo agradecía todo los días al cielo, y a mi terapeuta.

— Estoy seguro que todo saldrá increíble. Usted, mi amor y mi hermano son dos personas talentosas, y le puedo asegurar que el local se llenará de gente.

Suspiré con cansancio, deseando que así fuera porque le habíamos puesto mucho trabajo y esfuerzo a este lugar.

— Están llegando. — Kurt me dio un beso suave, qué me hizo cerrar los ojos por su delicadeza

Por la puerta del local fueron entrando nuestros amigos, aquellos que nos fueron acompañando poco a poco en esta travesía, y como no iba a ser distinto el día de hoy, nos seguían en este nuevo comienzo.

Los fue saludando uno a uno, deteniéndome en mis amigas. Sus novios y maridos se reunieron con Kurt en la parte que sería la recepción del local.

Me acerqué con una bandeja que tenía aperitivos y alguna que otra bebida, Kata había insistido en traer a su niñera, y aunque me pareció innecesario, me convenció para que todos pudiéramos tener una velada tranquila esta noche.

— Amo cómo se ven juntos. — Dijo Sasha suspirando con ternura al mirar a Kurt que balanceaba a Nina mientras hablaba con los otros hombres

No me pasó desapercibida las miradas que se lanzaban entre Jasper y Sasha, pero preferí no tocar el tema. Eso dolía, podía verlo en los ojos de los dos, y no terminaba de entender qué diablos hacía el hermano, James.

La Guerrera de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora