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Si algo podría describir a Kurt Salvatore, era el honor. Desde que había llegado a Grecia con su madre adoptiva y el niño que después se convertiría en su hermano, solo tenía en mente ser agradecido.

A una temprana edad había despertado ese sentimiento de protección para los suyos. Intentó compensar a su madre el haberle salvado la vida, siendo un hijo amoroso.

Cuando su hermano estuvo en la cárcel siempre veló porque no le faltará nada, incluso aunque no lo admitiera, había puesto un buen dinero para agilizar su salida.

Cuando su madre había enfermado le acompañó hasta el último segundo, y Le juró en su lecho de muerte que siempre cuidaría de su familia.

Y ahora mismo Nina era su familia.

Realmente El plan no estaba bien trazado, y si se lo preguntaron a futuro diría que fue una estupidez, pero cuando le llegaron las copias del diario que redactó Leticia y los planes que tenía, solamente pudo pensar en escapar para encontrar a la mujer loca.

Era peligrosa y podía dañar a la bebé que amaba con su vida.

Jamás podría perdonarse sí algo le pasara, era su hija y no solamente lo hacía por el sentido del deber y la promesa que le hizo a su madre años atrás, era el amor devoto lo que lo llevaba a intercambiarse por la niña.

Entonces no fue muy difícil fingir que se iba a dar una ducha en el piso superior, escapar por la ventana con las llaves del auto y manejar hacia dónde era el punto de encuentro.

Si todo salía bien, para cuando se dieron cuenta de que él no estaba, Nina ya estaría fuera de peligro.

Y él probablemente, ya estaría muerto.

Si todo se calculaba bien, tenía unos 20 minutos manejando para poder llegar al acantilado donde estaría esperando Leticia, y coincidía con el horario que había fijado para el encuentro.

No había dejado ni una nota o un mensaje, nada que indicará su paradero, aunque siendo honestos probablemente su hermano sabría dónde encontrarlo. Y para seguir siendo honestos, lo único que lamentaba era no haberse despedido apropiadamente de su hermano y la mujer que había cautivado su corazón.

Nadie podía calcular el dolor que estaba sintiendo, ni siquiera el pecho de los dos hombres que se consideraban padres había sangrado de dolor como el de esa madre.

Mientras manejaba recordaba cada uno de los momentos, sabiendo que no podría repetirlos nunca. Desde la primera vez que se habían visto con Betania, la convivencia dentro de su casa, su vientre que fue creciendo hasta dar con esa pequeña que le robó el corazón.

Recordó que hacía solo un mes estaban apoyándola para qué hicieran esa dichosa historia con Sasha. Betania se había sincerado y contó cosas que nunca les había mencionado, justo cuando estaba por llegar al acantilado recordó cada palabra y abrazo, cuánto orgullo había sentido por su mujer y comprendió que efectivamente, era una guerrera.

Una que probablemente no volvería a ver, pero daría el último acto de amor por ella.

¿Cómo se sentiría cuando se enterará de que estaba muerto pero su hija había vuelto a casa?

¿Ella y Jax seguirían con la relación aunque él faltará?

Esperaba que sí porque necesitarían apoyarse el uno en el otro, y por más que él ya no estuviese, siguen siendo una familia.

Estacionó el auto media cuadra antes, no tenía sentido acercarse con el vehículo hasta el lugar. El sol ya se asomaba a lo lejos, mostrando su estampa sobre el agua del mar en las costas de Masium.

La Guerrera de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora