Mi Historia

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Se preguntarán... ¿cómo una mujer que dice ser católica tiene un bar de striptease?

Pues, la respuesta es muy sencilla. La vida me jugó una mala pasada... y eso fue lo único que pude hacer para que mi familia no se quedara en la calle.

Mi historia empieza como cualquier otra.
Casada, con tres hermosas hijas. Casi que una vida "perfecta".

O bueno... eso era lo que creía.

Hasta que mi esposo murió... Durante el sepelio me llegaron más de 20 mujeres con mariachis y llorando desconsoladamente -eran sus amantes-. Ahí mi mundo perfecto se derrumbó. Mi esposo no era quien creía. Me enteré que hipotecó la casa familiar, nos dejó con miles de deudas y la única propiedad que teníamos era un bar en una calle de mala muerte.

Era un bar de genocidio, dónde las mujeres se prostituian.

Para mi fue muy difícil tomar la decisión de abrir un bar de striptease, pero no quedó opción, era eso o irnos a vivir debajo de un puente.

Al abrir el bar puse las reglas claras:

1- no quería hombres casados; sé lo que duele una traición y vivir toda la vida engañada, así que de eso no sería participe.

2- no se quitarían toda la ropa, quedarían en ropa interior. La promiscuidad y el pecado no son lo mío.

3- solo era un show, sexo no habría.

Durante todo éste proceso conozco al barman del lugar, un joven de 36 años que por cosas del destino -o eso creía- llegó a defenderme de ser robada. Yo le di trabajo en el bar y se convirtió en un gran amigo...

Todo el tiempo Mauricio estaba pendiente de mi, me ayudaba, me animaba y se convirtió en alguien muy especial. Tanto que la atracción que sentí por él al principio se estaba convirtiendo en amor.

Reprimir ese sentimiento fue lo más difícil que he intentado en mi vida. La sociedad nos criticaría, mis hijas ¿que pensarían de mi? Y él pasaría el resto de su vida con una mujer mayor, con tres hijas, vieja... No, Verónica controlate -me decía yo misma.

Esa noche bebí con mi mejor amiga, en el bar, era tal mi ebriedad que le di un beso en la boca. Y aunque me arrepentí, ese beso fue el detonante para que el barman se diera cuenta que estaba enamorado de mí.

Después de esto, me fuí a Villa de Leyva, quería reprimir todo, no quería aceptar lo que sentía... porque además, mi hija Camila; de 20 años. Se había enamorado también.

Con lo que yo no contaba era que él me siguiera y esa noche, en ese lugar emblemático y tan lleno de historia en Colombia, el barman terminara por confesandome su amor.

NO, NO HUBO SEXO. -me hace gracia recordarlo, porque ni siquiera lo dejé dormir en la cama conmigo. El pobre se tuvo que acostar en el suelo.

No todo fue color de rosas, si hubieron peleas, discusiones, y separación, incluso, tuve otra relación y me di cuenta que Mauro tenía un lugar muy importante en mi corazón, aunque me hubiera engañado... me destruyó por completo, pero lo seguía amando y aunque una parte de mi se negaba, la otra le quería creer, quería que fueran verdad sus explicaciones.

Para mi sorpresa, fue engañado. Al igual que yo. Y todo lo que me decía era cierto, no me había engañado como me lo hicieron creer. Afortunadamente no alcancé a cometer el error más grande de mi vida que era casarme con Álvaro Sandoval.

Pero eso no es todo. Mi esposo el que creía muerto, en realidad estaba vivito y coleando, dándose la gran vida. ¡Quiso volver conmigo! ¿qué tal el descaro?.

A mi no me importó, me quedé con el barman, churro, guapo, que me ama, me respeta y me valora. Con Mauricio, el cual me acepta tal y como soy.

El hombre que está conmigo, en las buenas, en las malas, y en las peores.

Los invito a que me acompañen en esta aventura, donde acepté ser la esposa de Mauricio, donde soy feliz y donde muchas sorpesas me esperan.

¿Qué me Hiciste?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora