Capítulo 3

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Llegamos al bar, nos damos un último beso y entramos. El lugar está lleno de gente, nos acercamos a la barra y Carlitos al vernos nos saluda:

—Hola tía, hola padrino. Me alegra mucho que estén aquí. Pero los tengo que dejar, el bar está llenísimo.

Carlitos es el hijo de mi ex-esposo, cabe mencionar que es por fuera del matrimonio

—¿dónde están las niñas? -le pregunto.

—en la oficina tía. —Mauricio se acerca a mi oído y me dice:

—¿Qué le parece si ayudo a Carlitos? —asiento— si quiere usted vaya a la oficina y habla con sus hijas. —vuelvo a afirmar con la cabeza.

—si, por mi no hay problema. —le doy un beso en los labios y camino hacia la oficina.

Al abrir la puerta, entro con extremo silencio y escucho lo que dicen:

—y al parecer no durmieron en la pensión, hubieran visto a mi mamá, está hermosa. Eso si, no sé si vengan, Mauricio me dijo que iban a llegar tarde. —escucho hablar a Camila.

—¿usted como sabe eso? —pregunta Antonia

—La señorita fue a ver a mi mamá en la mañana, no quiso esperar unos días para llevarle la virgen y las cosas que se le habían quedado. —contesta Mariana, entro a la oficina y les doy un beso a cada una.
 
—¿de que hablan?

—de lo hermosa que estás mami— contesta Camila.

—gracias mi amor. —contesto a su cumplido con una sonrisa

—¿y Mauricio? —pregunta Antonia

—se quedó ayudando a Carlitos, la barra esta llena. —contesto

—¿Cómo les fue anoche? —dice mi hija Antonia.

—muy bien. —sonrío

—que bueno, me alegra mucho por ustedes. —mis hijas sonríen

—¿Qué hay que hacer por aquí? —pregunto.

—Nosotras nos encargamos de adelantar todo el trabajo. Así que, no te preocupes mami. Solo tendrías que firmar unos papeles
 
—ok mi amor, ¿los necesitas ya?—disiente

—No mamita, pero a más tardar el viernes de está semana —asiento y sonrío.

—bueno mis niñas, entonces me llevo los papeles para la casa de Mauricio y allá los firmo.

—¿mami, vienes a ver el show? —asiento.

—¿tan rápido se aburrió de Mauricio? —pregunta mi hija Camila.

—¿Por qué lo dices? —digo extrañada.

—porque prefiere venir a ver a los strippers, que el escultural cuerpo de su marido.

—¡Camila!!! —se ríe.

—ay mama, es que, nosotras pensamos que querrías pasar más tiempo a solas con Mauricio. —responde Antonia.

—no las voy a dejar solas con el bar

—entendemos, pero mami, te casaste ayer. Tómense unos días libres.

—No. Mauricio y yo hablamos, usted saben que decidimos festejar nuestra boda y después
seguiríamos trabajando con normalidad.—les explico una vez más
 
—a lo bien, es que son tercos. Yo si me hubiera casado, estuviera pero disfrutando de los placeres terrenales, del cuerpo a cuerpo. —la vuelvo a regañar diciendo:
 
—¡Camila Eugenia, por Dios bendito! —ella se ríe y yo disiento.
 
—¡ay ya! Vamos a ver el show. —dice Antonia.
 
Salimos de la oficina y vamos hasta la barra dónde está mi esposo. Nos sentamos en la barra y Antonia sale a presentar el show, las mujeres gritan efusivamente, el bar ha vuelto a funcionar como un reloj. De repente escucho una voz atrás de mi que dice:
 
—¿No quieren algo de tomar? —volteo junto con Mariana y Camila, es mi esposo quien pregunta.
 
—Ay si, yo si me tomo alguito. ¡deme un por ahí no! —Contesta Camila.
 
—¡yo un cubalibre! —pide Mariana, y mi esposo me mira a mi esperando que diga algo.
 
—¿y usted? —yo disiento.
 
—No, yo no quiero nada. —contesto y Antonia llega a donde estamos nosotras.
 
—¡ay mami, tómese alguito! —Insiste Camila y yo asiento
 
—Está bien,—miro a mi marido y le digo:— yo quiero un llévame al cielo. —mis hijas se miran entre si y seguido, con una sonrisa mal intemcionada nos miran a nosotros.

¿Qué me Hiciste?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora