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—Aquí está el hígado. – señaló Nairobi divertida con el marcador, luego de terminar de dibujarlo improvisadamente en el estómago a Denver. Volviendo a hacer reír a todos.

La clase estaba siendo entretenida. El profesor enfatizó que debíamos tener conocimientos médicos bases si por alguna razón, alguno de nosotros llegara a recibir una bala de impacto, pues pedirle ayuda a la policía no sería una opción viable allí dentro.

—Río, ¿quieres intentarlo? – todas nuestras cabezas giraron al escuchar la pregunta del Profesor al chico que, por alguna razón ahora que lo notaba, no estaba muy dentro de la charla. Es más, estaba recostado en una esquina aburrido, un poco apartado de la mesa que todos rodeábamos.

—Doctor, aquí está el bisturí. – se lo extendió Nairobi.

Pero, al parecer no estaba interesado en tomarlo, lo que llamó más nuestra atención. Era extraño, Río estaba muy callado, lo que era... eso mismo, extraño.

Cuando ya no pudo escapar de las miradas, dejó de cruzarse de brazos. —No entiendo por qué estamos haciendo esto. – dijo duramente.

—Porque arriesgamos nuestras vidas. – contestó sentidamente el Profesor.

Río bufo. —Qué tontería. – masculló, mirando hacia otro lado.

—Entonces, si nos disparan, ¿te dejamos la bala? – interrogó Denver, levantándose ligeramente de la mesa para verlo mejor.

—Sí eso pasa, prefiero tener la bala dentro, a que un novato la intente sacar. – le respondió seco directamente.

—Pero no todos aquí son novatos. – de pronto, todos lo miramos de vuelta. Volví a Río y ahora este se encontraba algo incómodo. Y claro, todos lo notaron también.

—En serio. ¿Tú eres médico o qué? – Nairobi soltó sorprendida lo que precisamente pensaba en ese momento.

¿Río? ¿Doctor? Eso de verdad era una gran novedad.

—Hace mucho deje la escuela de medicina. – explicó rápido a la defensiva. —No importa. Si yo vine fue por otra cosa, pero pueden quedarse a jugar a ser doctores.

¿Jugar a ser doctores? ¿Cuál es su problema hoy?

Río salió del salón antes de terminar con la clase. Tokio intentó ir tras él, pero el Profesor la detuvo, agarrando su brazo, dándole a entender seguramente que no era el momento y lo mejor era dejarlo solo, en lo que sea que le estuviera pasando. No debía poner atención, pero llegaba a ser algo molesto que creyera que estábamos perdiendo el tiempo o algo así. Todo este plan era en serio. Nada se tomaba como un juego ni a la ligera, y si Río pensaba de esa manera, pues...

Escuché a Berlín reírse ligeramente al verlo marcharse, acompañado de un comentario de Denver.

—Ese imbécil necesita una buena paliza, ¿no? – opinó este ante su actitud, negando con la cabeza, aún acostado boca arriba.

𝐌𝐨𝐧𝐞𝐲 𝐇𝐞𝐢𝐬𝐭: 𝐊𝐨𝐫𝐞𝐚 | 𝐁𝐞𝐫𝐥í𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora