50. El amor no es terapia.

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Eran las 10 de la noche, el reloj contaba, el ambiente se ponía pesado y tenso, podía oler el enojo interior del omega que inclinaba sus hombros constantemente -Quackity, después de todo esto, creo que deberías ir a terapia.

-¿qué?- luzu acarició su nuca juntando sus frentes -Que creo que sí no vas a terapia, vas a corromperte, mi niño.

Quackity sujetó su brazo apretando un poco la manga antes de dar un paso hacía atrás -No sé que cosas dices, luzu, yo estoy bien, estoy mejorando gracias a ti.

-Amor, aunque me gusta estar contigo, y me encanta verte enojar con la gente, mi cariño no va a sanarte nada, no voy a poder salvarte- peinó su cabello con suavidad hacía atrás, los labios entre abiertos de quackity se tensaron, sus hombros inclinados y unas pequeñas lágrimas aparecieron en su rostro.

-¿estoy loco?- luzu negó con la cabeza de forma ansiosa -No, no, es solo que tienes mucho que sanar, tienes mucho que dejar ir y yo, yo no sé cómo ayudarte más que dándote la oportunidad de tener un psicólogo, me siento algo estúpido y tonto pero es la verdad, no sé, no sé si pueda.

Quackity abrazó a luzu poniendo su cabeza en su propio pecho con ese suéter rostizado y calentito, acarició sus mechones café -La verdad es que, me da un poco de miedo, pero me da más miedo terminar dañando a alguien; así que supongo que está bien.

-Yo estaré ahí siempre...- quackity le dio un pequeño beso en la frente -¿Quieres salir a dar una vuelta?

-A esta hora?- asintió -En México normalmente nos asaltarían pero quiero pensar que españa sirve de algo más que para robarnos el oro.

-De todas formas estaré contigo así que no pasará nada- quackity saltó de la cama poniéndose encima una bufanda tejida mientras que luzu terminaba de ponerse su suéter, la fría y helada noche los había llamado cuando salieron del hotel sujetados de las manos.

Quackity estaba sudando por sus manos cuando caminaban por las calles de la ciudad con algo pegado a la garganta, fue cuando la aclaró y pusó esfuerzo en no desmayarse por la ansiedad -Creo que necesito pedirle perdón a Alex.

-Sinceramente sería lo mejor, lo vi demasiado asustado y después de todo, quiso disculparse- el omega dio una bocanada de aire.

-Solo siento esta molestia en el pecho que es que; todos me ven como un niño, aunque la intención de Alex no fuera mala me sentí presionado en ese momento, y tan enojado por eso que le grite cosas que debí gritarle a otra persona- peinaba con sus dedos un par de pétalos direccionando al viento.

-Es como que, nunca puedo hacer nada bien, nada, no puedo mantener relaciones porque lo arruino, no puedo tener sexo si no es con la excusa de sentirme amado o sintiendo miedo, no puedo hablar sin estallar, no puedo caminar sin tropezar, no puedo correr porque me duelen las rodillas, siento frío y calor, todo me sale mal, y a la larga, también me da miedo que se cansen de mi por el desastre humano que soy, sabes que ni siquiera mi padre me miró con más ojos que con los de ira, con decepcion, y eso me hace sentir asqueado- luzu vio su espalda encogerse de hombros, el azabache miraba las líneas de pequeña cerámica del camino por donde pasaban, meciendo sus caderas y de vez en cuando pasando sus manos tocando las curvas de su cuerpo con lentitud como si lo analizara.

-Quackity, te acuerdas de la primera vez que me quede a dormir en tu casa?- el mencionado asintió mirando hacía atrás un momento, viendo como la luz de la luna llena pegaba con el constante de colores del alfa.

-Te conté un extraño cuento- algunas carcajadas salieron de los labios del pelinegro -Sí, me contaste una pendejada.

Luzu sonrió tomando su mano -Esa mujer, era mi mamá, claro que la historia no fue así de fantaseosa, pero cuando estaba niño y ella falleció, quise "revivirla" dándole de comer flores de campo que encontraba en jardines ajenos.

-Espérate, ¿cómo?- su expresión cambió.

-Uhm, perdoname, cuando era un niño crecí de una madre ausente, estaba allí pero a la vez no, cuando mi padre; un soldado retirado se iba de fiesta o traía una que otra marca que yacían de una mujer ajena, mi madre me trataba mal, como una especie de saco de boxeo, solo porque me parecía mucho a él, de hecho, tenía el cabello naranja- quackity se aferró al agarre de sus manos cruzando los dedos con las cejas inclinadas, tomó saliva de forma brusca.

-Entonces, para disimular eso, para tratar de salvar un poco de mi madre decidí ponerla como en un pedestal, y al lado, a mi padre que al final nos abandonó por otra familia, creo que aquella vez que te conté; fue la primer confesión de amor que quise lanzarte- antes de respirar, luzu sintió los brazos de quackity rodearle con las manos detrás de su cuello e inclinando las puntillas de sus pies.

-Me gustaría decirte que, tu familia era una mierda- luzu río bajo sosteniendo su cadera hasta que decidió dejar ir su cuerpo.

-Luzu, yo no quiero que pienses que te tienes que guardar lágrimas por mí, tal vez la estoy pasando mal pero tú también! Y la verdad es que quiero sentir que lo estoy haciendo por mí aunque no lo merezca- secó sus lágrimas.

-No quiero depender de ti, quiero ser tu novio, quiero ser tu omega algún día- luzu sonrió incando sus rodillas y riendo poco a poco hasta cubrir sus ojos.

-Quackity, te amo, y lo diría una y mil veces pero, quiero hacer las cosas bien junto a ti- el omega se arodilló poniendo entre el cabello café de luzu una margarita arrancada del pasto.

-Cuando estemos listos- repitieron los dos tocando la suavidad de sus mejillas alzando la cara y besando sus labios poco a poco -Luzu, lamento no haberte conocido antes.

-Hm?

-Ahora soy el omega de rubius pero pronto seré el tuyo, lo prometo- luzu besó sus mejillas tanto como quackity acariciaba su espalda tan suave como un algodón de azúcar.

"En este momento, estoy roto, pero si estar roto significa aprender a amar, aprender a vivir, estoy feliz de estar roto, porque luego estaré sano" -Hey quackity.

Levantó la mirada rompiendo aquel pensamiento en una burbuja -Después del juicio, ¿quieres cenar conmigo?

-Ay, claro que sí, guapote- con esa sonrisa coqueta besó sus labios clavando sus uñas cortas detrás de su nuca, la sensación después de hablar con él nunca era escandalosa, no sentía miedo de ser agredido o golpeado, no sentía miedo porque después de todo, luzu seguía siendo amable, incluso cuando hablaban de cosas desastrosas, o de cómo actuaba mal.

No era tan malo, ese momento no era tan malo en lo absoluto, no recordaba las veces que sentía asco por los dedos de rubius, se sentía en un libro cliché de amor adolescente, y él ya era un adulto.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora