19. La rebeldía

41 4 1
                                    

Capítulo 19

Catalina y Emma siguen casi violando con la mirada al pobre doctor, no han hablado nada desde que empezó a revisarme, incluso desde antes.

—Una pregunta doctor.— comienza Emma. —es que me duele un poco la espalda y no sé si se pueda solucionar aquí o necesito ir con el quiropráctico.

—A ver permíteme.— hace una especie de masaje solo para ver qué está ocasionando el dolor, que ilógico, la causa buscando la causa. —No encuentro ninguna molestia, debe de ser por mala postura, solo usa este gel desinflamante y dejará de doler.

—Amm... no venía a consulta pero ya que estamos aquí hay que aprovechar.— ¿ahora con qué mal nos va a salir Catalina? —Me duele la muñeca, me caí el otro día y desde ahí me ha estado doliendo.

—Préstame tu mano.— supongo que va a hacer lo mismo que hizo con Emma.

—La mano y lo que gustes.— qué vergüenza con el doctor.

—¿Perdón?

Ella se ríe de una manera un poco extraña diría yo. —Ah no, que continúe.

El doctor sonríe y parece que Catalina está a punto de desmayarse, él toca su muñeca en distintos puntos y presiona.

—¿Duele?— pregunta y la ve directo a los ojos.

—No... no duele.

Me levanto de la cama y me siento en la silla de nuevo.

—Bien, con unas pastillas estás perfecta, es posible que sea una inflamación en el túnel del carpo, las pastillas y unos ejercicios por 15 días. Las pastillas solo 8.

—Gracias.— sonríe como tonta y yo le doy un codazo para que salga de su trance.

El doctor les da sus recetas a cada una y a mí me explica cómo voy a tomar el medicamento.

—Gracias doctor.— me levanto.

—Que te vaya bien Daniela, cuídate.— en verdad tiene una sonrisa muy linda.

Salimos del consultorio y le doy un pellizco a las dos que me acompañan.

—¿Qué fue eso?

—¿Lo viste Daniela? está guapísimo, me caso con él, ¡que me haga un hijo!

—¡Emma, por favor!— la fulmino con la mirada.

—¡Me tocó el cuello y la espalda! regresaré otro día.

Bufo. —No tienes remedio Emma.

—Claro que sí, un gel desinflamante recuérdalo.

—Aja como sea, y tú Catalina.

Se está agarrando la muñeca. —No me voy a lavar la muñeca jamás en la vida.

—No sean ridículas.

—¡Me tocó la muñeca!— grita Catalina.

—¡A mí me tocó una nalga y no digo nada!— sigo caminando y las dejo atrás llenas de envidia y rencor.

Me detengo en la farmacia para comprar el medicamento. Cuando salgo veo a Catalina hablando por teléfono y a Emma en el carro esperándonos.

Me subo al carro y esperamos a que Catalina termine para poder irnos.

—¿A qué hora te tocan las pastillas?— por fin salió del trance.

—Es una cada ocho horas por cinco días y la otra es una a las once de la mañana.

¿Cuál De Los Dos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora