23. El negativismo

41 5 0
                                    

Capítulo 23

Estamos en un bar, voy por la segunda ronda de tragos y ya me estoy empezando a sentir mareada, no sé cuanto más pueda soportar, estoy pensando muy seriamente en que lo mejor sería regresar a mi casa.

—Cat...— susurro, cosa que es ilógica porque la música está a todo volumen.

—¿Qué?, no te escucho.— grita.

—Ya me voy, me siento un poco mareada, mejor me regreso ahora a mi casa.— me tomo un último trago y me levanto.

Mis piernas pierden fuerza y me tambaleo un poco, me agarro de la mesa en lo que me reincorporo.

—Te acompaño.— Josmar se pone detrás de mí y me ayuda a mantenerme de pie.

—Jos...— Catalina se levanta de la silla y también se detiene en la mesa, ella ha bebido más que yo ya no sabe ni como regresar a su casa. —tú te quedas aquí a acompañarme.— lo toma del brazo.

—No, Daniela no está en sus cinco sentidos, tengo que llevarla a su casa, si quieres regreso por ti.

—Yo estoy en mis cinco sentidos, te hago el cuatro si quieres.— sonrío y trato de mantenerme parada en un pie.

—Gracias, pero prefiero que te quedes conmigo.— contesta Catalina.

—Eh, chicas...— juega con sus manos. —voy a acompañarte— pone su mano en mi espalda, —y regreso contigo.— voltea a ver a Catalina.

—No, si quieres quédate, yo estoy bien mira— me suelto de la mesa y hago lo posible por no caerme. —Puedo caminar.

—Ya la oíste ven, siéntate.— señala un lugar junto a ella.

Josmar voltea a verme y yo asiento para que se quede con ella, me creo capaz de regresar a mi casa sola.

Él se sienta y yo me inclino para darle un beso en la mejilla, me doy la vuelta dándoles la espalda y salgo del lugar.

Una vez afuera me detengo de donde puedo, creí que podía llegar a mi casa, pero ya estoy borracha, no puedo siquiera caminar sin tambalearme y casi caer.

Camino un poco por la banqueta mientras me agarro de la pared para no caerme, sigo caminando cuando de repente ya no hay pared, pongo la mano para detenerme, pero en vez de eso me caigo. Me quedo tirada riéndome como una loca, no sé a que le encuentro la gracia, caerse no es divertido.

Trato de levantarme y no puedo, me siento sin importarme que mis piernas se raspen con el pavimento, sigo riéndome sin control mientras veo a lo lejos venir un carro.

Las luces lastiman un poco mis ojos provocando que los entrecierre, el carro sigue aproximándose y se detiene al lado de mí, miles de pensamientos pasan por mi cabeza, estoy viendo mi vida pasar frente a mis ojos y también estoy pensando lo peor.

Me van a secuestrar.

A pesar del miedo sigo riéndome, es algo que ahora mismo no puedo controlar.

—Daniela, ¿estás bien?

Dejo de reírme y sonrío. —Johan.

—¿Qué haces aquí?

No contesto a sus preguntas, solo sonrío por tenerlo aquí conmigo, acaricio una de sus mejillas y él cierra los ojos por el tacto de mis dedos.

Se permite disfrutar un poco y luego abre los ojos para tomar mi mano.

—Vamos para tu casa, no puedes estar sola y menos en ese estado.

Me río de nuevo. —¿Cuál estado?— empiezo a jugar con los dedos de su mano.

¿Cuál De Los Dos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora