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Su madre no había sido en absoluto delicada cuando le comunico que su boda estaba arreglada para dentro de dos meses más, aquello parecía una maldita broma de mal gusto y aunque quiso reclamar sabía que no había nada que el pudiera hacer, ningún reclamo seria valido o al menos escuchado.

—No luces nada contento, Felix. — el vaso con whisky en su mano y el estridente resonar de sus tacones sobre el mármol de la sala hacían el momento aún más incómodo. — ¿Qué pasa tesoro?

—No tengo motivos para estar contento madre, me acabas de vender en matrimonio ¿y se supone que debo estar saltando de la emoción? — la mujer asintió. — Estas demente.

—Puede ser, pero te guste o no las cosas serán así. — la fuerza con la que dejo el vaso sobre la mesa de centro demostraba que estaba disconforme con los reclamos de su hijo. — Tus hermanas están bien casadas con hombres importantes, tu propio padre era un hombre muy importante Felix y es hora de que tú también lo seas.

— ¿Y casarme con el hijo de una mafia es la importancia que debo tener? — se acercó a la chimenea en donde por un segundo no hubiera dudado en tirar a su madre si así lo dejaba tranquilo por una maldita vez. — Casaste a tus hijas con políticos adinerados y posiblemente corruptos, tu misma te casaste con un magnate incompetente que al ver sus bienes en peligro se asoció con la mafia, somos un ejemplo de importancia ¿no crees?

—Gracias a eso has tenido una vida de rey, no te vi quejándote de tus lujos en ningún momento.

—No me queje pero perfectamente puedo vivir sin todo esto. — aquello era cierto, se había librado algunos años de su familia cuando fue a estudiar arquitectura a su natal Australia, pero cuando su padre falleció debió volver con urgencia a Corea. — Podría volver a Sídney y tú podrías decir que me morí en algún accidente. No lo sé, eres buena para mentir puedes inventar algo.

— ¿Y perder el favor de los Hwang? de ninguna manera. — se acercó lo suficiente para tomar ambas solapas del traje de su hijo. — Vas a casarte Felix y lo harás con el rostro lleno de risa cuando digas que sí.

Sus padres eran definitivamente malos padres. Su fallecido progenitor era un borracho adinerado con poco orgullo, una mascota de quien fuera el mejor postor para comprar sus servicios de gran importador de productos al extranjero lo que se traducía en simple y sucio contrabando.

Su madre por otro lado era la niña mimada de una familia que tuvo un golpe de suerte en una negocio por el cual obtuvieron mucho dinero aprovechando de casarla con el idiota de turno, ambos estaban dispuestos a lo que sea por estatus y dinero; claro ejemplo eran los compromisos arreglados de todos sus hijos.

Sus hermanas era lo mejor que Felix tenía en la vida, chicas dulces, inteligentes y hermosas pero en manos de padres como los que tenían no eran más que lindas muñecas que estaban a la venta del mejor postor, lo que claramente estaba ocurriendo con él en estos momentos.

El Dragón de Medusa. - Hyunlix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora