Eran cerca de las seis de la mañana, por desgracia el despertador estaba programado para sonar justo a las seis de la mañana, los siete días de la semana y los trescientos sesenta y cinco días del año. Estiré mi brazo para pausar el despertador y comenzar un nuevo día.
Mis sentimientos hacia ese chico seguían ahí, Intactos como el día anterior, sé que se quedarán ahí por un buen rato, pues ese sentimiento no se va tan fácil, aun así mi mente estaba dispuesta a olvidarlo.
Me prepare para salir a desayunar, tomé una chaqueta, mi bolso y salí de casa. El día se pintaba de un color gris, estaba por llover, mi mente se preguntó si el chico del violín estaría bien. Uno puede encontrar tantos dolores en la lluvia, estaba por averiguarlo, solo si empezaba a llover lo averiguaría. Me dirigí a una tienda convencional, solo necesitaba un café, en la tienda solo se encontraba el encargado y una señora con un niño. Preparaba un café americano, estaba todo tranquilo cuando de repente unos lloriqueos se alzaron al aire, el niño comenzó a llorar, no dejaba de hacer berrinche por un juguete que su madre no estaba dispuesta a comprar y yo solo quería salir de ahí. La puerta de la tienda se abrió, entró un chico, el niño seguía llorando, el chico se dirigió a él y le hablo con mucha dulzura y delicadeza.
-Hola amiguito, ¿qué sucede?
El niño señaló un tonto juguete
-¿Esto? ¿quieres esto?
El niño asintió en la cabeza mientras limpiaba las que parecían ser sus últimas lágrimas.
-Tranquiló pequeño, haremos un trato, vale. Si dejas de llorar y te disculpas con la señorita que está preparando el café te compro el juguete de deseas
-Bien
El niño se dirigió a mi con los ojos llenos de lagañas y el moco salido, salieron de su boca unas palabras.
-Hola señorita, lo siento.
-¿Por qué dices eso pequeño?
-Porque estaba llorando y sé que la incomodé.
-De acuerdo niño, estamos bien.
Toque su cabeza con delicadeza y le sonreí, el niño se dio la vuelta y se dirigió con el chico que lo esperaba con el juguete en la mano. Aquello fue lo más dulce que había presenciado antes, no sé quién era ese chico, no sé por qué le pidió que se disculpase conmigo, supongo que mi incomodidad se notaba desde lejos.
Salí de la tienda con mi café en mano, antes de ver como terminaba aquel suceso tan lindo y a la vez extraño, enseguida fui a una panadería, compré dos donas glaseadas y regresé a casa, el día comenzó a pintarse de un color cálido, no había señales de tormenta lo cual era una lastima, necesitaba un pretexto para buscarlo.
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Las notas de nuestros corazones
RomanceDesde que oí tu hermosa melodía una parte de mí, se quiso quedar en ti. Al verte mi corazón se volvió completamente loco. Y sin pensar ante todo un caos, permanecimos juntos. -Para el chico de los ojos tristes- Gracias por hacer que este otoño f...