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Los ingresos a la escuela Karmaland eran muy restringidos, solo unos pocos tenían el privilegio de poder estudiar allí. Pero para Luzu no fue mucho problema pasar los exámenes de admisión, ya que desde siempre fue un alumno dotado de una gran retención de información.
Sus calificaciones en las anteriores escuelas a las que asistió durante toda su infancia permanecieron siempre altas. Con cierta recurrencia traía la ficha de notas con uno de los promedios más altos de todo su curso. Era el alumno estrella a ojos de muchos profesores. A pesar de esto, luzu nunca se sintió satisfecho con ese título otorgado por todo aquel supervisor que le tocaba año tras año, él quería más, y sus padres se lo concibieron. La academia Karmaland, la cual tenía ingresos contados y un prestigio histórico, era el siguiente objetivo del joven de 17 años. Estaba decidido a ingresar allí. Y así lo hizo.
Las clases aún estaban a dos semanas de dar comienzo al año escolar. Como era normal para su familia, una de sus madrinas acompaño al muchacho a comprar sus útiles y el uniforme. Todo esto, se vendía junto a su nueva escuela. Siendo sincero consigo mismo, no quería encontrarse a ningún compañero de la escuela en ese lugar, ya que seguramente querrían preguntarle cosas obvias como "¿eres el nuevo?" o su edad y talvez cosas aún más estúpidas.
⸻ ¿Que te sucede mi niño?⸻ su madrina lo miró de reojo mientras esperaban que alguien les abriera la puerta de cristal que daba ingreso a el local.
⸻ No es nada. Solo espero no encontrarme con ningún futuro compañero.
La mujer sonrió y acaricio el cabello del muchacho el cual ya era más alto que ella a pesar de estar llevando unos zapatos de plataforma. El castaño la observo al sentir aquel tacto.
En su vida, las muestras de afecto de parte de sus padres habían sido contadas. Parecía como si luzu fuera un completo extraño a ojos de sus padres cuando era la hora de darle un abrazo o un apretón de manos. Pero con su madrina, las cosas cambiaban completamente. Ella era la persona más cariñosa que jamás hubiera conocido en su vida. ¿Sonaría muy tonto admitir que la quería más que a sus propios padres?
A los pocos segundos, un hombre de bigote blanco y gran barba, les abrió el paso y los saludo con un suave "bienvenidos". Cuando luzu quiso adentrarse un poco más a la tienda, notó como un pequeño grupo de chicos murmuraba desde una de las últimas filas del muestrario. Un sentimiento de intimidación condenó el cerebro de luzu para quedarse estático hasta que la mujer que lo había acompañado lo tomó de los hombros y lo guío hacia el sector de bolsos y mochilas, quitándolo de su trance momentáneo.
Frente a ambos se encontraban colgadas diferentes tipos de bolsos y mochilas de colores opacos la gran mayoría, otros tantos tenían colores demasiado llamativos para el reservado joven. Su tía intentó mostrarle y convencer a su sobrino de llevar una de las mochilas de colores claros tales como una amarilla con un broche similar a un patito y otra de un tono azulado brillante que parecía de algún equipo de fútbol que ambos desconocían. Luzu se negó a cualquier intento de su madrina por cambiar su paleta de colores predilecta en su cabeza. Luego de un rato, el chico se decidió por una mochila negra en su totalidad, la cual incluía una cantimplora de color azul y mostraba una etiqueta de oferta.
