El ser humano era conocido por su egoísmo y su necesidad de poseer aquello que no podía tener. La codicia de este llevaría a que un grupo liderado por alguien obsesivo, capturase a lo que ellos creían que era la misma muerte. Habían logrado obtener de textos antiguos la información necesaria para, según el libro, atrapar a la propia muerte en una jaula de cristal. Pudieron obtener los materiales gracias a las conexiones de aquel hombre desesperado por cumplir sus deseos.
No tardaron en conjurar las palabras de aquel libro prohibido atrapando así a una extraña criatura que ellos pensaban que era la muerte. Estaban errados. Lo que habían atrapado era algo totalmente ajeno a la muerte. Eran ignorantes que habían atrapado a un ser superior pero que irónicamente de alguna forma estaba relacionado con la muerte, pero de una forma que jamás llegarían a descubrir.
Su prisionero fue Sueño de los Eternos, quién impasible permaneció en silencio ante sus captores provocando así una reacción agresiva y altanera del humano pero este no se daría por vencido tan fácilmente. El deseo de sacarle aunque fuera un monosílabo hizo que dejará a aquella criatura en una jaula, expuesto ante él como un animal desnudo, un trofeo.
Aun así Sueño jamás hablo pero tampoco pidió ayuda. El único que acudió a su ayuda termino muerto ante sus ojos. Recordaba con dolor el sonido del disparo y luego la sangre manchar el cristal contemplando así a su fiel compañera, Jessamy, caer ante el arma humana.
Su captor se retorció de placer al verle derramar lágrimas ante el animal caído.
Sin embargo tardaría cien años en poder liberarse cerniendo su ira sobre el heredero de su secuestrador. Esto debido a que llegado el momento, este cobardemente lo dejo prisionero temiendo que su ira cayera sobre él y su pareja sin saber que esa misma acción acarrearía exactamente esa consecuencia de la que desesperadamente había intentado huir. Supo a poco su venganza, aun había un vacío en su pecho pero Sueño de los Eternos debía concentrarse en recuperar sus bártulos desperdigamos por el mundo humano y volver a la gloria su reino, el cual estaba totalmente devastado por su desaparición.Poco a poco fue recuperando poder pero aun faltaba una ultima pieza para recomponerse totalmente, su preciado yelmo.
Tardo un poco en recuperarlo, debía buscar información llegando a sus oídos que estaba en el infierno a manos de un demonio poderoso, del que se sabía muy poco, era casi como una leyenda entre los demonios mundanos.
Caminó hasta las puertas del infierno acompañado de Matthew, el nuevo cuervo de la Ensoñación quien estaba algo ansioso por entrar a aquel lugar del que siempre escucho hablar cuando era humano, el Infierno.
El eterno fue recibido con burlas de aquel que custodiaba la puerta, pues Morfeo se presentó sin aquello que le hacía "rey" por decirlo así. Una excusa banal de los demonios, aun así logró entrar llegando hasta el imponente castillo en el oscuro horizonte del reino.
El castillo era incluso mas grande que el suyo pero era debido a las miles de cámaras que guardaban en el interior, demasiadas habitaciones para su gusto. Se hablaba de cámaras de tortura, otras de exhibiciones lujosas privadas para el rey, y otras solo eran teorías conspirativas sobre lo que podía haber en aquellos muros.
Llego al palacio siendo guiado hasta una cámara principal donde el soberano de aquel lugar aguardaba a su visita. Entro en silencio estando ante él Lucifer, Lucero del Alba, Dador de Luz y una larga lista de nombres arcanos, antiguos y viejos. Ambos se miraron. Con una elegancia el ángel caído le dio la bienvenida a Morfeo a sus dominios, con una falsa amabilidad camuflada con veneno en sus palabras, mientras que en las sombras caminaba su guardaespaldas, Mazikeen conocida como no solo la sombra de Lucifer, si no su consorte.
Una pelea diplomática y Morfeo pudo usar su arena para ver que demonio había osado a llevarse su yelmo. Lentamente el remolino atrajo ante ellos una figura de prendas largas y oscuras, de cabello blanco como la misma piel que poseía, una mujer. De cuerpo ancho como alguna escultura griega, entrada en carnes, de espalda ancha y carnosas caderas.
Portaba un vestido negro (1) con mangas que se abrían a partir de la mitad del antebrazo para caer con elegancia hasta el final del vestido. Sus hombros tenían un aire recto por sus puntiagudas hombrearas conformadas por una ornamentación plateada de intrincados diseños en forma de flor y enredaderas. El traje tenía un cuello alto abierto que daba lugar a un glorioso escote dejando ver el prominente pecho que poseía, viendo así el resto de piel pálida que poseía junto a unas pecas que manchaban los pechos y parte de la clavícula.
El rostro de esta era ligeramente redondo. aunque se notaba rasgos de adultez claramente tanteando unos treinta años quizás -aunque claramente podían manipular su apariencia a su agrado-. Con una nariz pequeña viéndose salpicada de pecas ligeramente mas oscuras desapareciendo estas a los bordes del rostro viéndose como descendía por el cuello.
Sus labios carnosos pintados con un color carmesí que recordaba a la sangre, resaltando en aquel rostro tan pálido. De ojos grandes que albergaban tristeza a pesar de ser tan coloridos como un arcoíris. Encima de estos había cejas gruesas que marcaban la confusión en la cara de esta. Su cabello era rizado, cubriendo ligeramente con un flequillo su lado derecho.
La voluminosa melena descendía hasta las caderas, cubierta por un velo negro que iba transparentándose hasta poco mas del final de su cabello. Sujetando esto estaba una corona que imitaba lo que alguna vez pudiera haber sido un halo dorado, similar a los que los humanos colocaban en las representaciones de la Virgen María. Era de oro, con demasiados detalles pero destacando las flores y perlas incrustadas, era una obra artesanal de alta categoría.
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ROTA [NUEVA EDICIÓN]
Fiksi PenggemarSueño de los Eternos había recuperado dos de sus bártulos. Estaba tan cerca de recuperar su poder y volver a sentirse completo que no dudo en adentrarse al propio Inferno para recuperar su ultimo objeto, su yelmo. Había oído que no estaba en manos d...