Una aliada imprevista 1

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Embarazada

Eso dejó a Kara y a Lena igualmente impresionadas, y honestamente Lena esperaba que no fuese pronto, porque lo que estaba por venir era bastante complicado.


Varios días más tarde.

—Amor— suspiró Kara despertando suavemente, sintiendo a Lena abrazarla más cerca.—Mi vida...

—Uhm dime, qué pasa Kara— La voz de Lena estaba ronca.

—Me estás pegando a Lord Lenito y está muy animado.—murmuró.—Quiero dormir, no me has dejado descansar desde anoche.

Lena abrió los ojos para mirar su monstruosa erección.

—Espera aquí mi princesa, déjame alivarlo, a veces pasa esto sin siquiera darme cuenta.

Kara suspiró frustrada.

—No me da gracia que se levante solo y estar tan cansada como para no poderlo aplacar.—resopló.

Lena sonrió levantándose y corrió al baño. Los gemidos suaves de Lena eran como música para Kara y realmente quería ir allí y darle su merecido a Lenito como debería, pero estaba hecha polvo.

—Amigo, ya coopera— dijo Lena muy bajamente masturbándose.—Pensemos en Kara—sonrió mordiéndose el labio y no pasó mucho tiempo antes de que su miembro explotara en un orgasmo delicioso.—Owwww bendito Rao...—Lena lavó sus manos y su miembro y corrió a la cama.

Kara ya estaba despertando. La recibió con los brazos abiertos y la besó con amor.—Buenos días mi amor—dijo la rubia toda sonriente.

—Buenos días mi princesa— Lena la miró con amor.—Vida mía—Lena besó sus labios y luego su frente.

Ambas mujeres se quedaron un largo rato en la cama acariciándose mutuamente, adormiladas y felices.


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En su cuarto Sara se despertaba y como cada día se disponía a entrenar, era lo único que sabía hacer desde el día en que atraparon finalmente a Nía y ella le había dicho todas esas cosas horribles pues no pensaba en nada que no fuera eso.

—Buenos días Lance...lot—sonrió Ava en su puerta.

—Ah, buenos días Ava— dijo desanimada.

—Sara— Ava se le acercó y tomó su rostro entre sus manos.—Olvida a esa mujer, mereces algo mejor, déjame darte algo mejor.—Susurró Ava cerca de su boca.

—¿Ah sí y qué podrías darme tú?

—Lo que tú desees.

—¿Me quieres dejar en paz?

Ava la soltó sin más.—Yo no iré detrás de ti como un perro Lancelot, cuando te canses de lamentarte y entiendas qué tienes delante, si todavía estoy disponible, entonces quizás pase algo entre nosotras—suspiró.—Entiendo que te duela, pero llevo días queriendo darte amor y atenciones y no me permites nada, si deseas sufrir hazlo, pero espero que valga la pena.

Sara la ignoró completamente durante todo el día y simplemente se quedó entrenando durante horas hasta que su cuerpo colapsó y cayó al suelo con la mirada perdida. Para su pesar, comenzó a llover con fuerza a los pocos minutos.

Ava la miraba desde una de las torres del pequeño castillo Zor-El en el que había estado Nía.

—No entiendo cómo se queda ahí sufriendo por esa malcriada que jamás la quizo— los ojos de la bruja estaban encendidos.—Oh Sara si vieras lo patética que te ves...me quitas todas las ganas—susurró para sí misma Ava.

La brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora