───TRES: el trono de hierro

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CAPÍTULO TRES
EL TRONO DE HIERRO.
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ESTABA CLARO, incluso para aquellos con un ojo político inexperto, que los Hightowers estaban intentando presidir la corte como si fueran verdaderos Targaryens

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ESTABA CLARO, incluso para aquellos con un ojo político inexperto, que los Hightowers estaban intentando presidir la corte como si fueran verdaderos Targaryens. Quedó claro el impulso de la fe de los siete, el verde siempre presente en cada combinación de colores y la corona fantasma parecía descansar en la cabeza de Otto Hightower.

Fue esa solo la razón la que hizo que la familia Thorne se vistiera con los colores de la casa Targaryen y Thorne: rojo oscuro, azul zafiro y negro, para la farsa de la corte a la que se veían obligados a asistir.

El propio vestido de Alaelanna imitaba el de su madre, de color rojo oscuro y negro de la casa Targaryenm con un dragón cosido en los puños de las mangas. Sus rizos blancos estaban retorcidos hacia abajo en un moño apretado, lleno de zafiros y rubíes. Todo lo que faltaba era una corona, pero su madre dijo que sería demasiado insinuante. A cada lado de ello estaban sus hermanos, todos vestido de manera similar, con ojos entrecerrados, miradas oscuras y manos en sus espaldas.

Nadie estaba contento con esta llamada a la corte.

Pero, si sus padres estaban molestos, no lo demostraban. La madre de Alaelanna permaneció inmóvil, con una mano en su barriga y una sonrisa jugando en la comisura de sus labios, como si todo estuviera bien. Su padre estaba junto a ella, con un brazo en la espalda de su esposa y la otra mano en su espada.

En privado, los hermanos sabían lo molestos que estaban sus padres, pero el resto de la corte permanecieron serenos.

La mano de Jace encontró su brazo, apretándolo suavemente una vez más, para sostener a la adolescente.

—Como mano, hablo con la voz del rey sobre este y todos los demás asuntos.—Alaelanna rodó los ojos ante eso, luchando por mantener la calma.—La corona ahora escuchará sus peticiones.

No hubo movimiento hasta que alguien se adelantara desde el fondo de la multitud. Continuaron caminando hacia adelante, antes de detenerse en el trono e inclinarse. Alaelanna no los reconoció, sus ojos se entrecerraron mientras miraba a Jace, arqueando una ceja.

Su gemelo también parecía confundido.

—Casa Stokeworth.—ambos se dieron la vuelta y se encontraron con su padre, que les susurraba por lo bajo:—Son una casa algo cercana a nosotros.

—Lord Stokeworth.

—Mi reina. Señor mano.—inclinó la cabeza hacia los dos Hightowers, antes de recordar que Rhaenyra estaba detrás de él. Se giró.—Princesa.—hubo una pausa antes de que Lord Stokeworth hablara una vez más.—A instancias del pequeño consejo, se me pidió que investigara ciertos rumores de rebelión que corren por las Tierras de la corona, para encontrar la causa raíz y poner fin a esto una vez más.—dijo Lord Stokeworth y Alaelanna entrecerró los ojos.—Ya le he informado de mis hallazgos, aunque me ha pedido que los repita aquí y ahora.

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