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Nueva York nunca estuvo en los planes de Mayuzumi Chihiro.

Hasta ese momento la sola idea le resultaba inconcebible, totalmente improbable de que pudiera llegar a suceder. Sin embargo, allí estaba observandolo todo casi sin parpadear, preocupado de que al final no se tratase mas que de un sueño. Sus compañeros de viaje sonreían señalando edificios cada dos por tres, hablando entre ellos y pronunciando un inglés envidiable. ¿Cómo demonios llegó hasta este famoso lugar?

Ah, por supuesto.

Por culpa de la persona para la cual no existen las bajas probabilidades: Akashi Seijūrõ.

--¿Has llamado a Akashi-kun? --preguntó Kuroko a su lado.

--No.

--Oh. ¿Planeas sorprenderlo?

--No es de tu incumbencia, tan solo deben dejarme en la estúpida academia y seguir con sus vidas.

Kuroko no respondió pero la sonrisita burlona que le dedicó fue suficiente para fastidiarlo. Chasqueando la lengua, se concentró en la ciudad a la que continuaban adentrándose. No pudo evitar reconocer ciertos lugares que Akashi le mostró en una de sus tantas videollamadas, paseandose con la chaqueta que le robó y haciendo comentarios acerca de lo que veía, manteniendo despierto a Chihiro hasta la madrugada.

Pensar que aquellas noches en vela se convertirían en recuerdos lejanos.

Al llegar al destino de Mayuzumi, los demás se despidieron para continuar su viaje no sin antes desearle suerte y enviar saludos al pelirrojo. Chihiro suspiró profundamente tras escanear la entrada del campus, la cual era mucho más grande de lo que esperaba, y pensó en cómo se suponía que llegaría hasta la residencia donde Akashi se estaba quedando y, posteriormente, a su respectivo cuarto. El pelirrojo le comentó en una ocasión acerca de la estricta vigilancia del personal de seguridad, siendo una institución privilegiada y tal, aunque Chihiro no era cualquier tipo de persona.

Su particular falta de presencia sumada a su capacidad de misdireccionar la atención de otros le ayudó a pasar. Así, sin más. Nadie volteó a verlo ni una sola vez.

Comenzó a recorrer el lugar como si lo conociera, esquivando personas y con su corazón acelerandose con cada paso que daba, en su mente recordando aquellas veces en que Akashi le enseñó todo el campus y el camino que debía trazar para llegar a su residencia todos los días. La sensación de familiaridad con cada rincón era absurda pero útil. Y no se detuvo hasta que por fin llegó.

--Mierda...

Sólo entonces se percató de la realidad, de lo que estaba a punto de hacer, del anhelo que envolvía por completo su corazón. Quiero verlo...

Golpeó la puerta. Su mente detuvo todo flujo de pensamiento quedando únicamente el eco del nombre que sus labios morían por pronunciar.

La puerta se abrió y eso fue todo.

La espera terminó.

--What...-

Ser testigo de la expresión de Seijūrõ en aquel instante lo valió todo. No pensaba olvidarla nunca.

--...Chihiro --susurró Akashi --...Chihiro, tú... tú estás aquí...

Extendiendo sus brazos, Mayuzumi le sonrió asintiendo. Akashi tomó sus manos tras unos segundos con fuerza, quizá temiendo que desapareciese o fuese a despertar de un sueño. Mayuzumi se sentía del mismo modo.

Pero era real. Indudablemente real.

--Feliz cumpleaños, Sei.

Akashi lo jaló dentro del dormitorio, cerrando la puerta rápidamente, y se lanzó a sus brazos sin decir absolutamente nada. Su aroma golpeó los sentidos de Chihiro tan bruscamente que sus ojos se aguaron. Ambos se abrazaban tan fuerte como podían, sus cuerpos tan pegados que ni el aire pasaba entre ellos. Se sentía patético, realmente, ¿cuánto lo había echado de menos?

jet lagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora