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Chihiro suspiró frustrado al colgar la llamada finalmente. Agradecía la magia de internet ya que le habría costado mucho dinero esa llamada de una hora y media al otro lado del mundo. Seijūrõ se mantuvo en la línea hasta que llegó a su dormitorio de la Universidad, sólo entonces el peliplata pudo respirar tranquilo y disipar toda preocupación de su ser. Miró la hora y torció los labios antes de levantarse en busca de un café. Llamaría de nuevo a Akashi a medianoche para saber su estado.

El pelirrojo no era una persona problemática o desinhibida cuando bebía. Podía enviar mensajes, caminar por su cuenta, hablar sin tartamudear y reconocer cuando ya había tenido suficiente. El único inconveniente era el filtro de palabras en su cerebro, el cual parecía volverse perezoso y permitía que Akashi dijese toda cosa que se le ocurriese en voz alta, incluso respondía honestamente lo que sea que se le preguntase. A la mañana siguiente casi no recordaba lo que había dicho.

Aún recuerda la primera vez que salió con los titulares de Rakuzan a beber.

--Sei-chan, es tu turno. ¿Verdad o reto? --lo señaló Mibuchi con una sonrisa maliciosa. No era buena idea jugar a esto con él.

Chihiro tenía buena resistencia al alcohol, según descubrió esa misma noche. Genética, quizás. En fin, sin contar el tenue color rosado en sus mejillas, era el más lúcido de los cinco. Todos miraron a Akashi esperando su respuesta.

--Mmm --puso un dedo en su barbilla mientras pensaba. Se volvía muy adorable en ese estado, la verdad --. Reto.

Kotaro gritó entusiasmado junto a Reo antes de comenzar a murmurar entre ellos. Nada bueno saldría de esto, lo presentía.

--Confiésate a la persona que te gusta --sentenció Mibuchi.

--Se supone que sea algo que pueda hacer ahora y frente a nosotros --se quejó Nebuya.

--Reo-nee prometiste que serías duro con todos sin excepción --puchereó Kotaro.

Akashi se volteó hacia Mayuzumi en silencio y lo observó sin parpadear por unos cuántos segundos. El peliplata frunció el ceño sintiendose incómodo, ¿qué demonios quería? Él no pensaba ayudarlo a salir de esta, o lo que sea.

--Mayuzumi-san.

--¿Qué?

--Me gustas.

Chihiro se atragantó con su bebida.

Mibuchi comenzó a reír mientras que Kotaro y Nebuya eran incapaces de cerrar sus bocas abiertas por la sorpresa. Akashi mantenía su mirada suavizada en el peliplata sin alterarse lo más mínimo.

A esa le siguieron otras pocas ocasiones en las que tuvo que lidiar con un Seijūrõ en ese estado. Y en la mayoría acababa siendo objeto de burlas por todas las cosas vergonzosas que el menor le decía.

Que si lo amaba.

Que si le resultaba sexi que le diera órdenes.

Que si a veces deseaba arrancarle los libros de las manos para que le diese atención.

Que si le encantaba su aroma al salir de la ducha.

Y cosas de ese estilo. Chihiro no las toleraba y cuando le cuestionaba al pelirrojo sobre ellas al día siguiente, él aseguraba que no recordaba nada de lo que decía. Era bastante frustrante pero al final acababa por fingir que nunca salieron de la boca de su novio, por su propia psique.

jet lagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora