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Mibuchi le preguntó hace un par de días si se sentía solo.

En el momento no tuvo una respuesta concreta, le dijo que no se metiera en sus asuntos y lo dejara en paz. Sin embargo, dentro de sí la palabra solo flotaba recordandole sus años de preparatoria cuando creía que se graduaría sin haber hecho ni un solo amigo. En ese entonces la idea no sonaba tan mal, pues él era un adolescente bastante introvertido cuya presencia era difícil de notar, pero su patética vida no contaba con que Akashi Seijūrõ aparecería.

Llegó de la nada un día dispuesto a dar vuelta su mundo entero y cuando lo logró observó su obra con orgullo y satisfacción antes de besarlo, como detalle final.

Desde entonces, un par de ojos escarlata lo siguen a dónde sea que vaya observandolo con curiosidad y detenimiento.

Quizás por eso no pensó demasiado cuando notó una mirada parecida en la pequeña criatura que ahora descansaba en su regazo a la hora de decidir acogerla. Debía admitir que si Akashi fuese un animal, definitivamente sería un gato.

--¿Qué es lo que querías decirme ayer? --preguntó el pelirrojo en la pantalla alzando una de sus cejas.

Chihiro apretó los labios dando caricias al peludo amigo que no dejaba de ronronear. Pensó un segundo cómo le diría a su novio que de repente se convirtieron en padres, siendo además conciente de lo poco que al menor le agradaban los animales.

--Tienes prohibido enfadarte --sentenció Mayuzumi ganandose un ceño fruncido.

--¿Qué demonios hiciste?

--Hey hey hey. Ese lenguaje no es apropiado, Su Majestad.

--Chihiro.

El peliplata empezaba a divertirse con las expresiones de Seijūrõ. La vida norteamericana lo estaba afectando, al parecer.

Alzó al gato con delicadeza y se lo enseñó a Akashi. El animalito olisqueó la computadora con curiosidad haciendo sonreír levemente a Chihiro quien aguardaba a que el otro chico reaccionase.

--Antes que nada --devolvió al gato a su regazo --, no puedes enfadarte ni regañarme. Tú te fuiste.

--¿Y me reemplazaste? --murmuró Akashi con una sombra de sorpresa en su rostro.

--Tsk. Tonto --suspiró con una sonrisa --. ¿Cómo podría..? --susurró para sí.

Al menos ahora alguien le recibiría cuando volviese al departamento, no estaría solo.


jet lagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora