Nunca le gustaron los lugares ruidosos y multitudinarios, le ponían de mal humor. En este caso, más de lo que ya estaba pues llevaba al menos dos horas allí sentado. El tiempo pasaba lento y aunque en estas circunstancias debería agradecer que así fuese, empezaba a cansarse. Llevaba despierto desde las malditas seis de la mañana, su cabeza dolía y anhelaba un poco de silencio.
--¿Quieres mojar tu rostro de nuevo? --oyó una voz a su lado y alzó la mirada de la novela que inútilmente estuvo intentando leer para despejarse --. O tal vez ¿sería mejor si vas a casa?
--Me estás corriendo otra vez --respondió acomodandose por enésima vez en ese asiento y bostezó --. No debiste pedirme que viniese, en primer lugar, si acabarías echandome.
Podía sentir que lo miraba fijamente. No entendía por qué estaba allí, ambos sabían lo difícil que sería y aún se molestaban en fingir que se trataba de cualquier otro viaje que los separaría, mínimo, un fin de semana. Esta vez serían demasiados días lejos uno del otro.
Mucho silencio.
--Quería estar contigo hasta el último minuto, ¿qué hay de malo? --puso los ojos en blanco porque sabía que sonreía --. Y tú viniste voluntariamente, no recuerdo haberte amenazado ni nada.
Sus dedos se deslizaron por su cabello y volteó a verlo. Esa sonrisa tierna, la caricia y las palabras atoradas en su garganta. No podía mentirle, ambos habían desayunado juntos antes de partir y a pesar de saber lo que tendría que soportar estando allí, en ningún momento se le pasó por la mente el quedarse en casa a dormir un poco más.
Frunció el ceño intentando zafarse de la mano ajena.
--¿Estás molesto?
--En absoluto, ¿no puedes ver lo feliz que me siento?
--Seis meses pasan volando --murmuró bajando su vista a sus manos que sostenían la novela --. Cuando quieras darte cuenta, estaré aquí de vuelta.
Apenas terminó de hablar un anuncio por los altavoces los alertó y supo que el tiempo había acabado. Su mente dejó de funcionar cuando se levantaron de sus sillas en silencio y caminaron hasta las escaleras que los alejarían definitivamente hasta dentro de unos meses. Seijūrõ extendió la mano para tomar su maleta y Chihiro no pudo evitar atraerlo en un abrazo.
Por un instante, ya no escuchó nada.
Su mente todavía no tomaba dimensión de que su chico se iría. Lejos. Muy lejos. Sin embargo, su corazón sí ya que comenzaba a sentir como si se vaciara con cada segundo que duraba el abrazo. Seijūrõ tomó las solapas de su chaqueta y lo hizo inclinarse a su altura para besarlo en los labios una última vez.
Ninguno lloró. No eran ese tipo de personas. Pero sintieron la distancia agrandandose con cada paso que daba Seijūrõ lejos de él. Tampoco dijeron nada. No hacía falta, aprendieron a mirarse.
Pensó por un segundo en quedarse un poco más, pero su razón ya no estaba con él así que simplemente regresó a casa preparandose mentalmente para el vacío de las siguientes semanas.
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jet lag
FanfictionDonde Akashi y Mayuzumi están en una relación a distancia con doce horas de diferencia entre ambos. [MayuAka]