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A Seijūrõ se le había ocurrido una idea algo cursi para mostrarle a Chihiro el lugar y la parte de la ciudad en la que estaba viviendo. Al principio quiso negarse alegando que no era necesario, pero le costaba mucho decirle que no a su novio. Especialmente ahora que se encontraban en partes opuestas del mundo.

--De nuevo tienes mi chaqueta puesta --habló con fingido fastidio.

Del otro lado de la pantalla del celular, Seijūrõ contuvo una risita apretando los labios. Chihiro podía avistar las calles por las que estaba caminando el pelirrojo. Allá eran las diez de la mañana y, a pesar de estar muriendo de sueño, Chihiro accedió a tener esta videollamada con su novio.

--Hace algo de frío a pesar del día soleado --fue la respuesta de Seijūrõ mirando la pantalla tímidamente.

El corazón de Chihiro hizo esa cosa rara que siempre hacía cuando su novio era jodidamente adorable a sus ojos.

--Llevaste tus chaquetas ¿recuerdas?

--No sé de qué hablas --inclinó la cabeza a un lado jugando inocencia y haciendo sonreír al peliplata.

--Pequeño idiota.

Se sorprendió del tono tan dulce con el que pronunció esas palabras, pero prefirió fingir que nada ocurrió. Preguntó a Seijūrõ sobre el idioma, si lo miraban raro por ser japonés o por estar hablandole y riendo a la pantalla del móvil. El pelirrojo respondió a todo con su tranquilidad característica; Chihiro sabía que no le molestaba en absoluto ya que de alguna u otra forma acababa por atraer las miradas ajenas.

Lo cual le incomodaba un poquito.

--¿Cómo haces para no perderte? Parece que hay mucha gente --dijo arrugando la nariz de solo pensar en tantas personas moviendose junta. No que Tokio fuese menos multitudinario.

--Hay un chico en el dormitorio de junto con el que salgo a veces a recorrer --dijo deteniendose de repente, esperando al cambio de cruce supuso --. Se llama Mark. Es agradable.

--Más que tu roommate, espero.

--Mucho más --asintió efusivamente retomando el paso. Suspiró --. Basta de mí ¿qué hay de ti? ¿Mibuchi sigue obligandote a salir con él?

--Primero, eres tú quién está en Nueva York así que por supuesto eres más interesante. Segundo, sí y estoy a nada de cambiarme de universidad por eso.

Seijūrõ rió negando con la cabeza. Chihiro se sintió tan extraño en ese momento, entre sus evidentes (pero no admisibles) celos y lo mucho que lo echaba de menos a pesar de estar viéndolo, su corazón se apretó un poco y su mente comenzó a trabajar de más.

La ciudad era bonita, con edificios altísimos, calles completamente transitadas, anuncios gigantes y comida por todos lados. Akashi se convirtió en su guía virtual comentandole diversas cosas que recordaba de cada lugar. Mentiría si dijera que prestó verdadera atención a todo eso, pues sólo podía concentrar sus ojos en el chico.

No era lo mismo. Ir de turismo es entretenido si se sostiene la mano de la otra persona durante todo el trayecto.

Alrededor de una hora después, Seijūrõ volvió a su departamento y tuvieron que despedirse. Chihiro no dejaba de bostezar y el pelirrojo se disculpó por mantenerlo despierto a sabiendas de su posible cansancio.

--¿Has oído alguna queja de mi parte? --fue la respuesta de Chihiro --. Nunca te has disculpado tanto, bobo ¿por qué tan considerado de repente?

--Tienes razón --apenas curvó los labios en una sonrisa y el peliplata maldijo en un susurro --. No lo sé, siempre que hablamos es tarde para alguno de los dos y...

--Sei, calla --lo cortó. Masajeó sus sienes antes de suspirar --. De todas maneras no podría dormir sin haberte hablado primero. Deja de pensar que me molestas, he sacrificado horas de sueño antes por ti y no es un reproche, en verdad no me importa.

Vio sus ojos rojizos aguarse y sintió su propio interior aflojarse, sus defensas rompiendose una vez más por culpa de Akashi Seijūrõ.

--Te amo, Chihiro.

Sus mejillas se calentaron y, con una sonrisa de lado, sacudió la cabeza.

--Yo te amo a ti.

jet lagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora