Capítulo extra: Love

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«Porque tú amas. Amas. Amas».

«Cuando sabes que no puedo amar».


«Querido Victor».


Los días corrieron intranquilos y angustiados, perseguidos por tenebrosas sombras hechas de memorias.

Por la mañana, las sábanas blancas de la cama me recibieron entre sus brazos, mientras la cálida luz solar se filtraba por las ventanas.

Elevé la vista y pude ver la cajita azul sobre el estante. Su circular y frío contenido me hizo sentir vacío.


«Quiero verte, cariño».


Pensé.

Quiero tomar tu rostro entre mis manos y memorizar en mis pupilas tus bellas facciones, tus bellos ojos y tu bella boca.

Quiero caer ante ese color precioso que brilla en tu mirada, ese azul que le robaste al cielo y que ostentas como joyas limpias y caras.

Eres hermoso, mi tesoro.

Y te amo.

Te amo, te amo, te amo.


«Aunque a veces no lo parezca».


Aunque a veces me jure a mí mismo que yo te arrastro cuesta abajo, que te encadeno y te estanco. Que te embauco y te enjaulo junto a mis demonios torpes y mis inseguras noches.


«Quiero verte».


Susurró mi alma, y me levanté velozmente de la cama.

Te busqué en todas partes, en la cocina, en la sala, en la ducha, en el jardín y en el garaje, pero no estabas en toda la casa.

Entonces, ansioso por verte, fui a buscarte a los sitios que frecuentábamos. Nuestros lugares favoritos, aquellos en los que teníamos citas y hablábamos del amor y del futuro. De una marca, de una boda, y de una cuna.

Te busqué en cada uno de ellos, observando a la gente que pasaba y a las parejas enamoradas, recordando lo bien que se sentía estar contigo, sin importar lo que hacíamos, en una cita sofisticada o con un helado en la plaza.


«Victor, cariño mío».


Si tan solo hubieras sabido lo mucho que significabas.

Tú eras mi tesoro, mi amor y mi vida.

Eras mi cielo.

Azul, perfecto y despejado.


«Si tú no estabas, el mundo se me congelaba».


Así que, al no hallarte en nuestros lugares, seguí buscándote, recorriendo todos los rincones impregnados por tu aroma. Pero pude verlo todo, excepto a ti.

Me pregunté si acaso estabas allí.

En esa piedra gris y marchita que tanta aversión me causaba. Aquella que no quería ver ni sentir y de la que, durante todos estos doce meses, me había alejado por completo.

𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐘𝐮𝐮𝐫𝐢 [𝑉𝑖𝑐𝑡𝑢𝑢𝑟𝑖] (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora