El recibiento

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Estuve toda la tarde recostada pero no podía dormir.

Mi mente reproducía una y mil veces esos besos todos y cada uno de ellos incluida las noches y días de lujuria entre nosotros.

Las imágenes estaban allí pero solo podía escuchar a Conrad conversar con papá y Alex, eso me volvió a la cruda realidad, mi vida con un prometido que me ama y yo su prometida, escuché la puerta principal cerrarse y supuse que Alex se habría ido.

Después de unos minutos Conrad apareció en la habitación, me di la vuelta para verlo abrir una puerta del balcón dejando ver la luna llena iluminando un poco la habitación, el se dio la vuelta para quitarse la camisa.

—¿Como te fue?—pregunté sin mirarlo a los ojos.

—No estuvo mal. El señor Christopher fue muy amable y Alex digamos que no es muy comunicativo en las pocas cosas que dijo fue sarcástico pero le gusta escuchar y Zoey es un poco distante sabes que a mi no sé me da muy bien mantener una conversación pues no resultó muy bien con ella —el se sentó en mi cama.

Fije mi vista en la cama... Cuando lo hice con Jackson quité las cobijas y las lavé pero no ayudó en mucho por qué aún puedo sentí su aroma.

Después de tantos años y me sigue encantando su olor.

Cuando lo vi debo admitir me sentí como una niña, quería arrojarle un zapato pero también quería que me abrazara para sentirme segura otra vez pero eso no iba a pasar, no estoy segura de volver a sentirme protegida en sus brazos.

Si pudiera volver a repetir nuestra historia solo desearía no haber ido a esa inauguración de ese patético club.

—Amor ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo?—pregunto preocupado.

—Cuando llegue me dolía la cabeza pero ya me tome una pastilla y estoy mejor—mentí.

Él se acostó de lado en la cama para mirarme por unos segundos, poniéndome nerviosa.

En sus ojos marrones siempre pude ver todo sobre él, los ojos son el reflejo del alma y por ellos puedo ver cosas que otros no pueden, uno de sus mechones amarillos le rozaba la frente con mi mano temblorosa se lo quité.

—¿Pasa algo?—pregunte nerviosa.

El me plantó un beso en los labios dulcemente, tan característico de él.

—Me alivia saber que no te duele nada ahora—bajo sus besos hasta el borde mi jersey.

Me duele el corazón pero no tiene nada que ver contigo...

—Conrad yo...—intenté quitarlo, pero fallé.

No quiero hacer nada en esta cama después de verlo... no puedo.

Cerré los ojos dejando que me siguiera besando y Jackson vino a mi mente, su voz, su aroma, sus besos en ese segundo lo sentí y me dejé llevar, pasé mis dedo por sus hombros acariciándolo dejándome llevar hasta que mis dedos tocaron su cabello liso fue cuando reaccioné y abrí los ojos.

—No tardaré, solo has silencio—me dio un beso y volvió a ubicarse en mi jersey.

Él tomó el borde de esta para jalarla hacia arriba y quitármela, levante los brazos para ayudarlo dejándome los pechos descubiertos luego desabotonó mis pantalones quitándomelos con todo y bragas.

Él dio besos por mi estomago, el centro de mis senos hasta llegar a mi boca, donde vagamente le correspondí el beso pero yo estaba quita, algo en mi no me deja tocarlo y él lo noto por que tomó mi mano y la pasó por su abdomen llevándola a su erección, dejo mi mano allí y él subió la suya a mi seno apretándolo.

Perdida Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora