Capitulo 3

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—Cariño ¿Estas seguro que tenemos todo?—le pregunté desviando la mirada de la revista que estaba leyendo.

—Si.

Estamos en el aeropuerto faltan unos minutos para abordar el avión.

—¿Nervioso por conocer a mi padre y mi hermana? es el engendro del demonio no te dejes llevar por esas facciones angelicales—le dije divertida.

Hace casi 6 años sin verlos ¿Como es posible? y dentro de un par de horas los tendré enfrente para poder abrazarlos... espero no llorar porque si será un momento emotivo y si yo lloro mi papá también lo hará.

—Tú padre parece ser un hombre simpático, amable a simple vista, y bueno tu hermana no creo que sea tan mala ya tiene cuantos ¿15? Ya es mayorcita para portarse mal ¿No lo crees?—dijo relajado.

Conrad es muy simpático sus facciones varoniles y sus hermosos ojos marrones le dan ese toque varonil, creo que fue lo que más me gustó de él, en ellos pude ver tantas emociones acumuladas.

Él siempre ha estado conmigo. Los dos éramos residente en el mismo hospital y nos veíamos en todos lado hasta que un día el me vio comer sola, se acercó a la mesa he hicimos una bonita amistad que a medida que fue pasando el tiempo me confesó que estaba enamorado de mi y pues nos hicimos pareja.

Llevamos 3 años de relación y en esos tres años sólo hemos follado una vez, no es que no me haya gustado, no digo eso, bueno, no lo sé, cuando follamos no fue como recordaba, solo no sé compara a mi primera vez. En resumen no llegue al orgasmo ni siquiera a ¡Uno! y tampoco cerca del clímax. Cuando terminó el se fue y pues para satisfacerme tuve que masturbarme yo misma pero... es complicado, le dije que no estaba preparada para seguir haciéndolo y él lo entendió y ambos estamos bien con ello.

Supongo que el estará esperando a la noche de bodas.

—16 pero con ninguno de ellos se sabe—susurré más para mi misma.

En los altavoces se escuchó la mención de los pasajeros para abordar el avión hacia Australia, el me tomó de la mano y con la otra me ayudó con mi maleta.

Ya sentados en el avión estuvimos en silencio durante todo el viaje.

Él no habla mucho, habla lo necesario o cuando algo le interesa y los silencios ya no me parecen incómodos aprendí apreciar lo valioso que son esos silencios.

Llegamos a mi ciudad, el lugar donde crecí donde pase 18 años de mi vida.

Le dije a mi padre que yo iría a casa y que no se preocupasen por nosotros me se la dirección de memoria. Lo que bien se aprende nunca se olvida.

Tomamos un taxi, le di la dirección y nos llevó a casa, por fuera se ve tal y como la recordaba, esta igual. La de los vecinos la pintaron y pusieron más plantas, la han estado cuidando.

Bajamos las maletas del taxi y caminamos hacia la puerta de la entrada, miré a Conrad que seguía con la misma expresión neutral.

Toque la puerta pero nadie abrió, la toque una segunda vez y nada ¿No están en casa? Busqué en mi bolso mis llaves creo que todavía las siguió teniendo y las encontré con éxito, abrí la puerta y todo estaba oscuro.

—¡Bienvenida!—gritaron y encendieron las luces.

¿Que es esto?

Papá rápidamente me abrazó y me levantó de suelo dando saltos conmigo en sus brazos. Lo amo tanto.

—Sigues igual de hermosa que antes hija, nunca más dejaré que te vayas de mi lado—el me abrazó con fuerza le di unos toques en el brazo para que bajara la fuerza—Si, si lo siento—él se limpió las lágrimas antes de tomar mi rostro para darme un beso en la coronilla.

Perdida Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora