Chapter Twelve

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Milo no durmió bien esa noche después del Banquete de Bienvenida, se había ido a la cama sin hablarle a Cedric ni a ninguno de sus amigos, escondiéndose debajo de su manta para ir a dormir. Cedric había esperado despierto por un tiempo, creyendo que, eventualmente, Milo se colaría en su cama y se quedaría al pie de ella por el resto de la noche, sin embargo, Milo estaba lo suficientemente molesto para no aparecer. En su lugar, entró en un sueño incómodo, con Paden jugando con su cabello para intentar apagar la ira de su dueño. Sabía que las intenciones de Cedric no eran un horrible intento de ser grosero, pero sí dolía escuchar a Cedric referirse a sí mismo como un acto de caridad. Sobre todo, porque eso era lo que Cedric pensaba que las personas a su alrededor creían que era.

Pero era lo más alejado a la realidad, nadie veía a Cedric como un acto de caridad, solo se preocupaban por él. Sin preguntar, el chico se había convertido en parte de su familia, los demás querían hacer cosas buenas por él, no porque sentían que debían hacerlo, sino porque querían. Milo estaba molesto porque pensaba que Cedric sabía eso, pero aparentemente, Cedric aún se sentía bastante inseguro sobre el abandono de sus padres. No estaba concentrando en los peligros por los que era conocido el torneo, sino en el premio monetario. Quería ser capaz de sostenerse a sí mismo financieramente y estaba dispuesto a arriesgar su vida por ello.

El problema era que, después de esperar que no sucediera ningún problema y de que Cedric le dijera que estaba siendo paranoico, Milo pensó que Cedric vería al Torneo como una mala señal y no como una oportunidad. Quizá el chico creía que estaría a salvo por la protección de Artemisa, sin embargo, ya había demostrado que sus habilidades de protección eran limitadas en el pasado. No había podido salvar a sus padres porque se había enfocado en Milo, como se le pidió, y si Milo le pedía que cuidara de Cedric, podía imaginar muchas cosas yendo para peor.

Toda la situación se sentía mal, desde que Ojo Loco Moody se volviera profesor hasta el Torneo de los Tres Magos, parecía que sucedían muchas cosas y estaba nervioso por ello. Al cubrirse con su manta, su estómago dolía y no sabía si era por haber comido muchos dulces o por el estrés. Iba a culpar al estrés, porque si no lo hacía, los demás le quitarían sus dulces y probablemente necesitaría de múltiples postres para sobrevivir ese año.

A Milo no le gustaba la forma en la que el profesor Moody lo miraba porque, de muchas maneraa, era igual a como Dumbledore lo hacía. Podrían sonreírle a cualquier otra persona y los demás no pensarían mucho de ello, pero Milo siempre notaba una sensación de frialdad. Era como si pudiera sentir que no les agradaba. Pero eso estaba bien consigo, porque el sentimiento era mutuo, o al menos, con Dumbledore. Milo no conocía a Moody lo suficiente para juzgarlo de una vez, pero planeaba mantenerse alerta.

Sin querer lidiar con nada más por el resto de la noche, se quitó sus gafas y cerró los ojos, dejando que Paden lo relajara. Pero, aunque estaba cansado, parecía que había otros planes porque, de inmediato, se encontró en un sueño.

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