"Mi chica de ojos oscuros que brillan como relucientes estrellas del cielo, Mi chica de ojos oscuros que rompe tu corazón de la forma más cruel, mi chica de ojos oscuros que me observa como su único tesoro, mi chica de ojos oscuros...La única que ti...
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-Buenos días.- Habló John entrando al hogar de Pamela junto a Morrison.
Ambos lucían espléndidos, no parecía que habían pasado veinticuatro horas seguidas sin dormir, ambos hombres tomaron asiento en la misma mesa donde Pamela y yo bebíamos un poco de té.
-¿Qué tal su noche?.- La voz de John nunca me había parecido más fastidiosa que ese día, yo detestaba ser despertada y si a eso le agregamos que mis horas de sueño fueron vilmente arrebatadas daba como resultado un humor terrible.
-Bien, supongo.- se apresuró a hablar Pam al notar mi mueca de desagrado -Justo acabamos de despertar.- La pelirroja se levantó del asiento sonriente.
-¿Quieren té?.- Preguntó a ambos sujetos quienes asintieron.
Por mi parte, miraba la taza blanca con el humeante líquido café, sentía por momentos mis ojos cerrarse por si solos y mi cuerpo tambalear en búsqueda de una superficie para recargarse. El pequeño gato que ahora un inquilino más del hogar de Pamela se frotaba contra mis piernas en busca de atención lo cual me provocaba cierta gracia y ternura.
-¿Mañana difícil?.- Preguntó Jim dejando caer su cabeza en su brazo recargado sobre la mesa, una sonrisa amenazaba con salir de sus labios.
-Algo complicada.- Respondí ocultando un bostezo.
Estaba tan sumergida en mi propia mente repleta de pensamientos relacionados con la cómoda cama de la pelirroja que me sobresalté al sentir un suave toque en mi mano, al bajar la vista note a Jim acariciándome con la yema de sus dedos. Parecía inmerso en su juego de leves toques y suspiros.
-¿Qué tal la tuya?.-Me atreví a hablar ganándome una mirada deslumbrante de su parte - ¿Tuviste una buena mañana?.
Retuvo el aliento unos segundos antes de soltarlo junto con una risa, era como si recordara algo.
-Tranquila supongo.-Dijo él colocándose derecho sin soltar mi mano.
John miraba curioso el jugueteo de Morrison casi tratando de adivinar su próxima jugada.
-¿No tuviste problema al levantarte?.- La curiosidad de conocer la respuesta era genuina, ¿Cómo era posible que no durmiera nada y tuviera una actitud tan positiva? -Yo detesto que me despierten temprano.
Él soltó una risa y cuando todos en el salón escuchamos los pasos de Pamela nos incorporamos, Jim soltó mi mano y por algún motivo la desilusión me embargó, al igual que la rabia por no controlar mis emociones.
-Dos tazas de té y traje unas cuantas galletas para acompañar. - Al dejar la taza blanca de porcelana frente a Jim se agachó a la altura de su mejilla para darle un beso.
