"Mi chica de ojos oscuros que brillan como relucientes estrellas del cielo, Mi chica de ojos oscuros que rompe tu corazón de la forma más cruel, mi chica de ojos oscuros que me observa como su único tesoro, mi chica de ojos oscuros...La única que ti...
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Mis pies fueron testigos del cansado camino que tuve que recorrer para finalmente llegar a mi hogar. Las luces estaban apagadas por lo cual supuse que mis padres estaban dormidos, no encontré ningún motivo para despertarlos por lo tanto solo existía una manera de entrar. Subí a mi habitación escalando un árbol del jardín del vecino, una vez arriba solo tuve que abrir la ventana de cristal y entrar.
Todo estaba en silencio.
Las luces estaban apagadas completamente.
Cerré la puerta de mi cuarto y encendí la luz que estaba en la mesa de noche. Mi sorpresa fue bastante al notar a mi madre con un semblante de molestia en su rostro.
—Meredith Elizabeth Jones.—Escucharla decir mi nombre completo dio a entender que su grado de enojo era superior a lo que estaba acostumbrada —¿Qué te hace pensar que puedes llegar a casa en el momento en que tu quieras?.
Solté el aire que mis pulmones retenían y miré por primera vez los ojos de mi progenitora.
Sin duda alguna estaba molesta.
—Perdón, no medí el tiempo. —Dejé mis cosas en un pequeño mueble de madera—No pensé que fuera tan tarde.
Ella refunfuñó y se levantó de la cama que estaba en medio de la habitación.
—¿Sabes lo preocupados que nos tenías a tu padre y a mi?.—Entonces el silencio reinó en el cuarto y un ronquido perteneciente a mi padre se hizo presente.
—¿Estamos hablando del mismo hombre al referirnos a mi padre?.—Ella me observó fastidiada unos segundos y de la nada la sorpresa marcó su rostro.
—¿Qué tienes puesto?. —Fruncí mi ceño y toqué mi espalda para notar que todavía tenía sobre mi la camiseta de Jim Morrison.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al recordar mi encuentro con aquel enigmático hombre y la curiosidad llenó mi ser al pensar el cómo es posible que lo haya visto.
—¿Piensas responder Elizabeth?. —Giré molesta para encararla.
—Meredith mamá, mi nombre es Meredith.—Quite la prenda de Jim con demasiado cuidado, la doblé y dejé sobre mi escritorio.
—Elizabeth es el nombre de tu abuela, no entiendo por qué no te gusta. —Reconocía que la conversación no iría a ningún lado, lo mejor era darle la razón para ir a dormir, mañana tenía escuela y no quería dar una mala impresión.
—Lo lamento mamá, mi intención nunca fue llegar tan tarde.—Caí derrotada a la cómoda cama y ella suspiró para después caminar a la puerta.
