"Mi chica de ojos oscuros que brillan como relucientes estrellas del cielo, Mi chica de ojos oscuros que rompe tu corazón de la forma más cruel, mi chica de ojos oscuros que me observa como su único tesoro, mi chica de ojos oscuros...La única que ti...
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¿Qué se está dispuesto a hacer por alguien a quien quieres? Alguien que admiras... Alguien que sin darte cuenta, había tomado un lugar importante en tu vida...
No tenía una respuesta.
Jim Morrison había pasado de ser una imagen a una realidad, una melodía a una voz frente a mis ojos.
Y yo todavía sentía la traicionera reacción de mis latidos a su presencia.
Él estaba recostado a mi lado, sobre la cálida arena de la playa, sintiendo el contraste del agua fría contra nuestros pies.
Su rostro pacífico no podía esconder una sonrisa leve, y el agarre en mi mano era resistente.
Fue tiempo después que comprendí que Jim siempre tuvo ese temor, un miedo a soltarme y que yo escapara, hasta el último día temió de mis desapariciones...
Me senté de pronto en la arena y mire en la lejanía, el punto exacto donde el mar y el cielo parecían uno mismo.
-Tu mente siempre ha sido un enigma para mi.- Dijo de pronto el castaño a mi lado.
Mire sobre mi hombro un segundo para notarlo con una sonrisa y su cabeza apoyada sobre su brazo, observándome, siempre viéndome a mi.
-No es difícil adivinar lo que pienso, solo imagino posibilidades. - entonces sentí un ligero movimiento y vi como Jim se había posicionado a mi lado, sentado justo como yo.
-Posibilidades. - Repitió en su boca -¿Cómo cuáles?.- Intento indagar.
Pero, cómo podías decirle a una persona que analizabas la posibilidad de quedarte a su lado, renunciando a toda una vida.
-¿Por qué te interesa tanto?.- Pregunte entonces girando para analizar su perfil.
-Supongo que quiero entenderte, eres rara, pero no en un mal sentido, simplemente creo que ... eres única.
Una de mis cejas no pudo evitar alzarse ante aquella declaración.
-¿Soy rara?.
Los rizos castaños de Jim se agitaron cuando este soltó una risa y posterior a eso se giró a verme.
-Cuando digo raro no me refiero a algo malo, al contrario, a mi me gusta lo único.
No pude esconder un sonrojo y Morrison sonrió.
-¿Qué sueles pensar tú?.- Me atreví a preguntar jugando con la arena entre mis dedos.
-En ti.
Mi corazón latió con fuerza y sentí un temblor por todo el cuerpo.
-Eres en lo que más pienso, cuando escribo, cuando miro al cielo, cuando leo, incluso cuando canto.
