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Min Jaesang tenía 9 años cuando decidió que de grande quería ser policía, había visto cada película policial, se disfrazaba de uno cada Halloween, conocía los códigos claves de la policía e incluso se había auto dominado oficial Min en su escuela y barrio. Era un niño muy bien portado y querido, conocido por su sentido de justicia y su cualidad destacada de ayudar a todos en lo que sus posibilidades le permitieran.

No fue sorpresa para nadie cuando hizo realidad su sueño al crecer y tiempo después de terminar la escuela se unió a la policía. De allí, lo que continuo para él fue un camino lleno de trabajo, reconocimientos y uno que otro rasguño; definitivamente amaba lo que hacía, sin embargo, nunca lo amaría más que a su familia. A los 23 años conoció a Hanna, su encuentro fue algo inesperado si lo recordaba, se conocieron justo en frente de la floristería en donde ella trabajaba. En el momento que la vio por primera vez su cerebro se desconectó del mundo, olvido por completo lo que había ido a hacer, el tiempo literalmente se detuvo para él y fue reemplazado por el retumbar de su corazón acelerado, si el amor a primera vista existía, lo describiría justo como ese momento, perfecto e impactante, como si la gravedad dejara de existir y ahora una fuerza más intensa fuera quien lo mantuviera en la tierra, esa era su Hanna.

Si pensaban que Jaesang era persistente en lo que se proponía, deberían haberlo visto en esos tiempos, tan decidido y dispuesto a ganarse su corazón. Comenzó con pequeñas visitas "casuales" en donde compraba flores que no necesitaba y que luego terminaban en su escritorio acumulándose, luego, pasaron a ser pláticas de jardinería, el libro que había sacado prestado de la biblioteca estaba ayudando mucho en sus intercambios de tips para tener un jardín bonito, jardín que no tenía, pero se había animado a comprar un pequeño cactus llamado Ramón, y cuando finalmente sintió que era el momento preciso, la invito a salir. Esa fue la primera vez que sintió miedo. Al año se comprometieron, meses después estaban felizmente casados y por supuesto, ahora si había un jardín que Hanna cuidaba con cariño y unos años más tarde le darían la bienvenida al pequeño Yoongi, esa fue la segunda vez que sintió miedo. Hanna y el pequeño eran físicamente muy parecidos, ambos de tez clara y cabello negro brillante, ojitos muy rasgados y una sonrisa que al verla se eliminaba cualquier rastro de cansancio que tuviera al llegar a casa. Min Jaesang amaba a su familia y haría cualquier cosa por cuidarlos, incluso si eso llegaba a ir en contra de sus principios.

Por eso acepto el trato del señor Kim.


- Todo lo que necesito que hagas es que cambies la evidencia, ten esto – le extendió un sobre el cual contenía la documentación alterada, firmas falsificadas y demás.- Esa es la que debes presentar.

- No puedo hacer eso y si no quiere que esto se vuelva más grande señor Jiwoon, por favor retírese y haré como que nada de esto está ocurriendo.

- No me ha entendido, oficial, no le estoy preguntando si desea hacerlo o no, le estoy indicando lo que necesito que haga y hará. ¿Le recuerdo acaso su deuda de la hipoteca de su casa? Sabrá que mi financiera tiene acceso a toda esa información y que de igual manera podría mover algunos contactos y perdonarle la deuda o de lo contrario... Piénselo, tiene un hijo, ¿verdad? - sonrió – Yo tengo dos, y su bienestar es mi mayor propósito, no creo que usted quiera a su familia durmiendo en la calle.

Min apretó sus manos contra el borde del escritorio, lleno de enojo. Esa fue la tercera y última vez que sintió miedo por lo que pudiera pasar con Hanna y Yoongi. Lo peor era que el hombre frente a él lo sabía y eso lo hacía sentir poderoso, dando por hecho que lo tenía en sus manos. Y no se equivocaba.

El día que Jungkook nació ♡ Namjin ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora