Capítulo 4

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Laura abrió los ojos lentamente; su cuerpo pesaba como si el sueño no hubiera logrado descansar sus músculos. Se esforzó por ladear la cabeza y observar su entorno. Estaba en una habitación, eso estaba claro, pero ¿dónde? Lo último que recordaba era casi un sueño, así que rehizo los acontecimientos en su mente. Primero, intentó sacar el permiso, pero Máximo se negó y huyó. La atraparon y Benjamin... Benjamin, ese maldito traidor. Laura pensó con fuego en los ojos.

La molestia fue suficiente para activar su cuerpo. Aún llevaba la misma ropa, con ramas en el cabello y tierra bajo las uñas. Su armamento había desaparecido por completo. No tenía ni una sola daga, cinturón ni poción encima.

La habitación que la rodeaba parecía sacada de un cuento de hadas. Todo estaba en tonos crema y celestes. Las paredes, tapizadas en un tierno marfil, tenían pequeñas flores grabadas en el mismo tono, apenas visibles por el relieve. Alrededor de la mullida cama de postes antigua, Laura pudo distinguir una chimenea, sillones y una mesita de centro. Cerca de la ventana, había una mesa más alta con tres sillas y, sobre ella, papel y lápiz. A su izquierda, una puerta pequeña que asumió conducía al baño, y frente a ella, la entrada con una gran puerta doble. Del techo colgaba una lámpara con velas y gotas de cristal. ¿Acaso estaba encerrada en la torre más alta? En su mente, si la atrapaban después de lo que había hecho, merecía estar en un calabozo oscuro y húmedo. Sin embargo, el alfa la había colocado en una habitación tan iluminada que costaba acostumbrar la vista. Lo único fuera de lugar era ella misma. Alguien había tomado sus botas, pero si era para no ensuciar el inmaculado cobertor de plumas, los esfuerzos fueron en vano, ya que estaba sucia de pies a cabeza.

Se quedó quieta un momento, escuchando los pasos en el pasillo fuera de su habitación. Tomó con cuidado el jarrón de flores y se escondió a un lado de la puerta, lista para noquear a quien entrara. El cerrojo de la puerta sonó, y el aroma que percibió la dejó paralizada por unos segundos. Suficiente tiempo para que Máximo entrara y la viera con el jarrón sobre su cabeza.

-¿Cuál es el gran plan? - preguntó, pasando por su lado como si aquel intento no mereciera ni su preocupación.

Cerró la puerta detrás de él y avanzó con calma hacia la mesa cerca de la ventana. Dejó la bandeja que tenía en la mano y se dio la vuelta para ir hacia Laura. Ella no se movió un centímetro; esperaba a un carcelero idiota, no al mismísimo alfa. Máximo se veía diferente ahora, con una polera negra y jeans, vestido de manera casual. Fue una grata sorpresa para Laura, ya que solo podía imaginarlo con traje... o desnudo. Bajó el jarrón y tragó con fuerza mientras Máximo se acercaba.

-Tengo curiosidad - dijo, arrancando el jarrón de sus manos -. Después de romper el jarrón de mi abuela en mi cabeza, ¿qué tenías planeado hacer? ¿Huir descalza? Creo que tus profesores se equivocaron en las cartas de recomendación. Tu plan no es muy inteligente, que digamos.

Ya no se veía tenso ni enojado como hace un par de horas. Ahora no pudo notar ninguna emoción en su rostro tranquilo; parecía haber dominado el arte de no mostrar nada, al igual que ella. Su voz era amable y pausada.

-¿Entonces?- pregunto acercándose otro poco.

Las palabras de Máximo resonaron en el aire, y Laura sintió cómo su cercanía ejercía una atracción magnética sobre ella. Era como si sus cuerpos estuvieran imantados, y a Máximo le costaba trabajo mantenerse alejado. La habitación, con sus tonos crema y celestes, parecía encogerse a su alrededor, concentrándose en la figura del alfa. Laura se preguntó si él también sentía esa extraña conexión, o si era solo su imaginación.

-¿Cuánto tiempo he estado aquí? - preguntó Laura, tratando de desviar su atención de la intensidad de la mirada de Máximo.

-Un día y un par de horas. Ya está atardeciendo. Te perdiste la noche de obras del festival - respondió Máximo, forzándose a dar la vuelta y alejarse hasta la mesita. Su voz era suave pero firme, como si quisiera mantener una distancia segura entre ellos.

Luna humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora