Capítulo 5

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La petición de Laura le cayó como un balde de agua fría. Esos pequeños roces que tenían eran lo que mantenían a Daemon a raya, y ahora, antes de que pudiera contestar, su lobo se presentó. "Está loca. Quiero a mi mujer. Es suficiente con que no tenga una loba para correr a mi lado. Esto tiene que acabar; la marcamos ahora mismo y veremos cómo lidiamos en la luna llena", gruñó en su cabeza. Le costó la vida poder retirar a Daemon, y cuando logró hacerlo, el rostro de Laura lo miraba fijamente.

El alfa ante ella era imponente, con una presencia que la hacía sentir diminuta.

-Alfa, sus ojos...-

Sí, era la maldición de los alfa: sus ojos se volvían rojos cuando el lobo se presentaba. Pero Laura no podía apartar la mirada, la absorbían, y ella se sentía atrapada en ellos.

-No te voy a tocar a menos que tú me lo pidas.-

Laura levantó una ceja. Era un hombre hermoso, pero no sabía en qué situación le pediría que la tocara. Las únicas personas que tocaba eran sus amigos, y hasta ese contacto era demasiado. Pero ahora, con Máximo tan cerca, su piel anhelaba su tacto. ¿Qué estaba pasando?

-Entonces tenemos un trato, alfa...-

-Una cosa más... Quiero que me llames por mi nombre, no mi título, y deja de ser tan respetuosa.

Una luna y su alfa están al mismo nivel; incluso hay manadas en las que las lobas son las que toman las decisiones importantes, sobre todo en caso de conflicto. Que Laura lo llamara por su honorífico le incomodaba; además, quería escuchar a su mujer decir su nombre.

-Alfa, no podría. Dirán que soy una irrespetuosa. Por favor, es bastante mayor que yo...-

-¿Te preocupa el qué dirán? Muy bien, ¿qué tal si me llamas por mi nombre cuando estemos solos?-

Laura se mordió el labio inferior. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué estaba cediendo ante él? Pero algo en su interior le decía que no podía resistirse. Que había algo más entre ellos, algo que trascendía las normas y las etiquetas.

-Pero...-

-Es una orden, Laura.-

No tenía tiempo para discutir con ella un tema tan trivial. Laura asintió de mala gana; era inútil desafiar una orden directa. Se dejó caer en la manta y suspiró con fuerza. Su nueva vida tendría que esperar; ahora estaría atada al alfa, y solo los dioses sabían cuánto tiempo. Lo miró de soslayo, o eso intentó, pues los ojos negros del alfa no dejaban de mirarla, y se atrapó en ellos unos instantes.

-¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?- pregunto Laura entre incomoda y desafiante.

Era imposible apartar la mirada del rostro de su mujer. Si seguía así, se daría cuenta antes de lo debido. Tomó un pasto y jugueteó con él en sus manos para distraerse.

-Benjamin pidió verte hoy.-

Laura puso cara de pocos amigos. Benjamin, su amigo de toda la vida, el que conocía todos sus secretos. Pero después de lo que hizo no sabía cómo enfrentarlo.

-No lo quiero ver hoy... - miró al cielo despejado.

-Tu misma dijiste que es la persona que más te conoce. Si son amigos... Solo estaba siguiendo órdenes.

Daemon daba vueltas en su cabeza, furioso. "¿Cuan estúpido puedes ser ?¿Quieres que te la robe? Si ella no quiere verlo déjalo así." Alegó Daemon. "Por muy enojado que este es nuestro amigo y nuestro beta, deberías recordar eso también."

- Supongo que lo veré en algún momento ahora que voy a ser tu asistente. Pero no quiero llamarlo para que hablemos, vamos a conversar las cosas cuando nos veamos.

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