Capitulo 13

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Abrir los ojos estaba fuera de discusión. Su cuerpo se despertó por costumbre, aunque solo había dormido una o dos horas. Sintió la mano con callos de Máximo en su espalda, dibujaba delicadas líneas junto a su cicatriz. Se tenso automáticamente y él retiró su mano como si su piel lo hubiese quemado.

Abrió los ojos de golpe y vio una cara llena de preocupación. No había preguntado por ellas, ninguna de ellas. Aunque durante toda la noche se dedicó a besarlas una por una con ternura, como si con sus labios quisieran sanar lo que estas significaban. A este ritmo conocería partes de su cuerpo que ni ella había visto, si es que ya no era así. Laura no sabía que existían tantas formas distintas para hacer el amor, y había perdido la cuenta de cuántas veces su cuerpo se destruyó en placer. La había dejado buena para nada. El en cambio se veía radiante, el muy bestia.

- No quería interrumpir tu descanso... - murmuró Máximo con una suave disculpa, su voz teñida de preocupación. - ¿Te causa dolor? - preguntó, consciente de la curación lenta de los humanos.

- De vez en cuando, pero sé que está solo en mi cabeza, físicamente no siento dolor.- respondió Laura, su voz un susurro que revelaba una mezcla de resignación y fortaleza. Instintivamente, se giró para ocultar la cicatriz, como si con ese gesto pudiera también cubrir las huellas invisibles que había dejado en su psique.

Máximo se permitió un momento para admirarla, su mirada reflejando una mezcla de aprecio y una pizca de vergüenza por haberse dejado llevar por sus emociones. Sin embargo, en un rincón honesto de su ser, no encontraba espacio para el arrepentimiento; las cosas habían terminado exactamente como debían.Estaba impregnado de su esencia, de la cabeza a los pies, y en ese instante, Máximo se descubrió anhelando permanecer así para siempre, eternamente marcado por ella, como si su contacto fuera el único sello que deseaba llevar. Quizás se le había pasado la mano pues no se midió mucho en cómo tomó a su mujer durante toda la noche... ¡Por la Diosa! Su piel era un lienzo marcado por las huellas de sus manos, mordidas y moretones que se extendían por todo su cuerpo. Era un bruto, un condenado bastardo entregado a sus instintos más primarios..

Laura captó la mirada intensa de Máximo y, con un movimiento instintivo, se envolvió en la sábana. No había un solo rincón de su piel libre de las huellas de él; su cabello, un revoltijo de nudos, y sus labios, hinchados y sensibles, eran el testimonio mudo de la pasión con la que la había tomado.

- Estoy hecha un desastre.- dijo Laura con una sonrisa que disipó cualquier sombra de duda en Máximo.

Él le respondió con una sonrisa, cargada de un orgullo que rozaba la arrogancia, como si cada marca en ella fuera un trofeo de su pasión desenfrenada.

- Marcia está preparando el desayuno abajo. Es la loba encargada de las casas... - Máximo hizo una pausa, como si midiera sus palabras. - Ella... es algo temerosa, casi pierde el conocimiento cuando le hablé por el vínculo y no le gustan los humanos...

- Como la mayoría. - interrumpió Laura, asegurando la sábana alrededor de su cuerpo para sentarse.

- No, es más que eso. Les tiene terror - aclaró Máximo con un tono grave, recordando las atrocidades que esos humanos le infligieron durante tanto tiempo. Lo que él había hecho con esos monstruos no había sido suficiente para borrar el miedo en los ojos de Marcia. - Mejor bajemos, tal vez tu presencia le haga bien. Vamos...

- Primero necesito una ducha - insistió Laura, a lo que Máximo respondió con una sonrisa amplia y cómplice.

- Dije ducha - enfatizó ella con un tono juguetón.

Sin vacilar, Máximo la envolvió junto con la sábana en sus brazos y la cargó al hombro como si fuera un saco de papas.

- ¡Max, bájame! - protestó Laura, su voz teñida de diversión. - No me gusta que me lleven como si fuera carga.

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