Profesor.

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☆☆☆

Me quedé mirando fijamente la humeante taza de café que tenía en mi escritorio. Mis ojos se sentían pesados y llenos de cansancio al pasar la mirada sobre el montón de pruebas que tenía que corregir.

Sin duda un trabajo de mierda...

Pero le gustaba, esa era la verdad. Aunque fuera un gruñón en toda su expresión, le dijeron por varios años que al ser profesor no ganaría más que el odio de todos sus estudiantes. Pero, si iban a odiarlo, que lo odiaran con ganas. Sus pensamientos seguían dando vueltas hasta que la luz no era suficiente para leer los jeroglíficos hechos en el problema número dos. No quería creer la cantidad de estupideces que sus alumnos ponían. Las respuestas varíaban entre lo peor... Y lo pésimo.
Horas y horas de destrozarse el lomo para enseñarles alguna wea buena a estos pendejos culiaos que no ponen atención, todo es tú culpa Jaime culiao.
Una sensación de satisfacción lo recorrió al poner el rojo. Eso era lo único bueno que sacaba de esto cuando los alumnos no le ponían atención, por que, sinceramente, le importaba una raja el que les fuera mal. Atrajo la taza de café tibio hasta sus labios. Mientras bebía dejó la siguiente prueba sobre su escritorio, revisando cada uno de los problemas planteados, que sorpresivamente estaban todos correctos.

Alumno e' tigre...

Sonrió para si mismo mientras colocaba el azul en la prueba. No acostumbraba el saber el nombre de los estudiantes, jamás le interesó ni nunca lo hará. No era de agarrarle cariño a sus alumnos ni nada de eso. Bebió el último sorbo de su café y sosteniendo la prueba sublime en alto la volteó para ver si habían respuestas allí, pero al leer lo que estaba escrito, no pudo hacer más que escupir su café sobre la prueba y el escritorio. Quedó unos segundos en completo shock, asegurándose a si mismo que eso no era más que una broma.

Sí, eso tenía que ser. Cabro culiao.

Una risa nerviosa se le escapó al releer el escrito ahora manchado con gotas cafés. Limpió al darse cuenta de la estupidez que hizo, el sudor en su frente no hizo más que ponerlo enojado. Finalmente decidió colgar la prueba de un perro de ropa para que se secara. Frotó su rostro antes de ver la hora en su reloj, se lanzó a la cama y no sin antes despedirse de su novia por mensajes, se durmió.

Bueno, eso es lo que hubiera querido. Siendo las 3:37 am, no podía quedarse dormido. Y toda la culpa era del aweonao o aweoná...
Sintió como volvía a ponerse nervioso, se levantó de la cama y fué hasta donde estaba la prueba colgando. Se la quedó mirando unos minutos, la verdad es que... Aún no había leído el nombre de la persona, aunque había una alumna que no le quitaba los ojos de encima. Y lo comprobó un día cuando estaba escribiendo en el pizarrón y tenía una tablet con el respaldo de la materia. El reflejo que daba la pantalla de la tablet le dió un panorama perfecto de como sus alumnos se copiaban, hablaban, le sacaban el dedo de en medio, etc. Y luego estaba la susodicha mirándole el trasero. Río al recordar aquello, la había vuelto a mirar para atraparla justo en el momento en que su rostro no era más que de color rojo al dejarla en vergüenza frente a toda la clase. Se frotó la barbilla y soltó un largo suspiro antes de revelar la identidad de la pequeña pervertida. Al leer aquello su reacción superó a la primera que tuvo al leer el escrito. Casi se va de espaldas, un escalofrío recorrió su espalda y lo peor... Era que mañana tenía que verle la cara a... Ese tipo.
Sí, se trataba de un chico. Respiró repetidas veces mientras se repetía que se calmara, pasó las manos por su cabello y se miró al espejo mientras dejaba sus manos a ambos lados del lavabo. Tenía unas evidentes ojeras -que por usar lentes no se le notaban- y arrugas prematuras... La verdad no tenía idea de qué haría... Ahora se daba cuenta que la depravación tenía nombre y apellido.

Nicolás Gaule.

* * *

Chocó con alguien por ir tan distraído mirando hacia ambos lados a cada puto segundo. Es que se sentía... Asustado.
Esa afirmación le dió risa, nunca pensó que tendría miedo de un estudiante. Pero bueno, era cierto... Tragó saliva al llegar a su clase. Se acomodó los lentes antes de entrar y adoptar su tan familiar agria expresion de fastidio perpetuo. Con los brazos cruzados esperó pacientemente a que sus alumnos llegaran y se sentaran de una vez mientras asesinaba con la mirada a cada ser viviente en el lugar. Siempre había completo silencio en sus clases, así es como él lo había decidido. Se sentía tan poderoso que al último en llegar lo tomó del cuello de la camisa dejandolo apoyado en el pizarrón. Lo miró fijamente, sus palabras hicieron eco en el lugar.

-Tu apellido, ahora.

Era cierto que ese alumno le ganaba en altura, pero eso no quitaba el que se sintiera nervioso ante su presencia. Sonrió internamente al percatarse de como temblaba al intentar hablar.

-G-Gaete... E-Edgar Gaete, profesor...

Lo soltó y se aproximó a la mesa, le entregó un plumón, el cual cayó al suelo un par de veces por parte de Gaete. Volvió a cruzarse de brazos y con una expresión fría continuó.

-Quiero que escribas lo que pasamos la semana anterior, una pequeña tesis si estás de acuerdo. Porque lo estás, ¿Cierto?

El alumno asintió frenéticamente y comenzó a escribir en el pizarrón. Con un asentimiento de cabeza, se dispuso a pasar la lista. Un nudo se formó en su garganta al llegar a la G... Sentía como las gotas de sudor aparecían en sus manos, al parecer esa frase le quedó grabada a fuego en su mente...

"Cómo quisiera ser ese lápiz que muerdes y lames de manera tan sensual, Jaime... O estar bajo tu escritorio, mientras hago cosas que te dejarían loco de placer..."

Pegó un salto que dejó a todos extrañados. No se dió cuenta cuando el plumón estaba frente a él, rápidamente le dijo a Gaete que volviera a su lugar. Volvió a concentrarse en la lista, tomó una honda y necesaria respiración. Tosió para despejar su garganta y asegurarse de que no saliera temblorosa. Vaya, esto parecía más difícil de lo que parecía. No quería mirarlo, por nada del mundo quería mirar a...

-Gaule.

Una mano, como a dos metros de él, se agitó en el aire. Era un moreno, no era feo y gordo como él se lo imaginó. Tenía un escaso bigote y a su lado estaba Gaete quien estaba cruzado de brazos e intentaba tapar su rostro con su gorra blanca y negra. Llegó el momento del contacto visual, tragó saliva antes de hacerlo, su rostro se encendió al ver sus ojos y luego su sonrisa. ¡Mierda! ¿Qué weá le pasaba? Como todo un profesional, tosió un poco antes de continuar pasando la lista y dando comienzo a la clase. Nunca le incomodó ni se percató hasta ahora el como todos esos ojos miraban su espalda, su mano o su cabello... Pero habían un par de ojos, que lo tenían intranquilo, llegando al punto de tener que detener la clase dándole horas libres a los alumnos. Su nerviosismo era tal que comenzaba a sentirse enfermo de alguna manera. ¿Por qué si quiera se sentía de esa forma con un alumno? Pensandolo todo de una manera adulta y madura, podríamos decir qué...

¿Me calentó?

Esperó a que todos los jóvenes salieran de la sala antes de comenzar a divagar todas esas interrogantes. Se quitó los lentes para frotar sus ojos, pero dejó de hacerlo al sentir un portazo seco.

Alguien, en serio podría decirme... ¿Qué hace Gaule en la puerta, sonriendo como psicópata y mordiendo su labio? Ah, cierto. ¡Y mirandome fijamente como si quisiera comerme!

☆ ☆ ☆

Seguiré está wea sin duda algunaaaaaa 7 u 7 asjksjd me calienta el Jaime de profesor. <3

Cortitos pero bonitos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora