Mientras caminaban uno al lado del otro, sentía esa inquietud en medio del pecho. Sentía distante al Edgar, su rostro se veía más serio que nunca. Con mucho miedo se atrevió a preguntarlo.
-Eh... E-Edgar... ¿Por qué vinimos hasta acá? ¿Pasa algo?
Lo miró desde su hombro y esbozo levemente una sonrisa. Parecía que solo eran imaginaciones suyas, pero parecía que Edgar iba a golpearlo o algo parecido, por eso sentía tanto miedo... Bueno, siempre lo tuvo.
-Eso es un secreto, Nico. Ya verás.
Sus manos permanecían en sus bolsillos, pero podía notar como se movían inquietas. Nicolás tragó saliva, algo muy malo pasará.
O iba a pasarle.
Sin previo aviso, Edgar se detuvo. Al mirar en la misma dirección que él, vio como el sol comenzaba a esconderse, los múltiples arboles le daban un toque de tranquilidad a su corazón. Apretó con ganas su mochila contra su pecho. ¿Por qué tenía esta sensación de inquietud? Edgar puso una mano sobre su cabeza, volteó a verlo y este tenía una gran sonrisa.
-Me enamoré.
Así, tan directo como siempre. Mi corazón volvió a latir luego de aquellos angustiantes minutos. Pero... ¿Por qué ahora me dolía aún más el pecho?
Se puso frente a mí y tomó mi rostro para besarme tiernamente. No me sorprendí, siempre hacía lo mismo... Nunca estuvimos juntos de alguna manera. Está bien que se enamore, está bien... No puedo hacer nada de todos modos... ¡¿Y por qué tendría que hacer algo?!
Cuando acabó el beso, acaricio mi mejilla, agachándose un poco para quedar a la altura de mis ojos. Se veía tranquilo, y muy feliz... Pues yo no lo estaba, no estaba para nada feliz. Y no quería saber el por qué.
-Bueno... Te felicito, Edgar. Sólo espero que ella te haga feliz.
Soltó una risita, y volvió a besarme. ¡¿Por qué me besa otra vez?! ¡Esto está muy mal! Lo aparté con cuidado y me quedé viéndolo extrañado.
-Nico, no es una mujer... Su nombre es Manuel.
Abrí mucho mis ojos al oír aquello... ¿El M-Manuel?
-Con que mi primo, eh... Ahí está la razón de por qué siempre los encontraba tan juntos...
Bajé rápidamente la mirada al sentir como venían las lágrimas. ¿Por qué estoy a punto de llorar? Me reí para que no se diera cuenta y con el dorso de mi mano limpié mis lágrimas y lo miré con una gran sonrisa falsa, sin sacar mi mano de mis ojos aún... No quería mirarlo.
-¡Pues bien, no deberías seguir besándome si lo amas, idiota! Eso no está bien, Edgar.
-Lo sé... Sólo quería, besar tus labios una última vez...
Su voz se oía tan triste que casi me pongo a sollozar en ese mismo momento, volví a restregar mis ojos con mi mano, y la quité para mirarlo a los ojos. Se veía muy triste, ¿No debería estar feliz?
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Cortitos pero bonitos.
FanficSerán... Bueno, en realidad no lo sé. muchos one-shot. Historias cortitas que se me irán ocurriendo, y las guardaré aquí. Viva el Cochayuyo.