Un impulso que se estaba haciendo costumbre, era el acomodar su corbata cuando estaba nervioso, mientras el pasillo quedaba a cada segundo más solitario. Los cambios recientes que experimentó fueron demasiado para su simple y malhumorado ser, ya se tratara de Gaule, asunto que sin duda quería olvidar, ya sea por el despido que ocasionó el que Gaete los delatara, o simplemente porque su actual novia le estaba sacando celos con cuanto personaje conocía más que nada para llamar su atención. Sin duda se sentía atrapado por tanto, aun teniendo nada...
El conducir su viejo auto, victima de muchas de sus rabietas, no hacía mas que seguir estresándolo al no querer partir enseguida, puteando sin sentido al pobre Mazda, arrancó sin problemas cuando un leve "Conchetumadre" salió de sus labios. Su departamento seguía tal y como lo dejó, o eso fué lo que pensaba antes de abrir el refrigerador para beber una cerveza, llevando hasta sus labios el amargo trago, se atragantó al momento de ver un sonriente chico en su cocina. Se hubiera sentido aliviado si hubiera sido cualquier otra persona, hasta un asesino. Pero lamentablemente era Gaule... Quien estaba haciendo costumbre venir de improviso hasta su domicilio.
-Lo que te dije la última vez, ¿Quieres que te lo repita?
La lata de cerveza que sostenía Jaime estaba tomando una amorfa forma al ser apretada con tanta fuerza de su parte, el moreno además de ponerle los nervios de punta, siempre estaba feliz al verlo, tal perro al ver a su dueño llegar a casa. Pero este pequeño perro, no tenía ni la más mínima intención de querer jugar con el, ya que las veces que llegaba a su departamento, lo hacía para hacer algo en concreto.
-Fuiste muy cruel esa vez, Jaime... Digo, no sé... La pasamos tan bien esa vez... ¿Por qué no repetirlo?
Mejor dicho, algo en concreto con él.
-Te dije, no vuelvas a buscarme, conchetumadre. Y eso que aún no estoy siendo cruel contigo, aunque debería.
El moreno negaba con su cabeza reiteradamente, haciendo que los mechones largos de su liso cabello danzaran alrededor de su aniñado rostro. Decidió ignorar todas las insinuaciones de su parte, realmente se sentía incómodo, ya que las imágenes de su encuentro atormentaban su mente siempre que algo le recordara al moreno. O que el mismo se lo dijera, haciendo un tremendo lío con sus emociones.
-Hoy solo quería verte, es todo... Y decirte que eres el único que me pone feliz.
Era como un niño pequeño, así lo veía Jaime, tanto en su forma de comportarse y expresarse, ya que todo lo que lo dijo lo hizo manteniendo una genuina sonrisa, y leve sonrojo de mejillas. Por su parte, cruzado de brazos y con su permanente ceño fruncido, solo soltó un largo suspiro en respuesta. El moreno movía los pies sentado en su silla, ya que estos no tocaban el suelo por ser tan pequeño, tenía solo puesta una delgada camisa celeste, no veía alguna chaqueta por ahí tirada, lo que sí vió fue la desgastada mochila del moreno en un solitario rincón de la cocina.
-Acaso tú... ¿No conoces el significado de orden?
El moreno solo rió en respuesta, mientras volvía a su tarea de observar a Jaime, suspiró por septima vez consecutiva desde que lo miró en su cocina, descansó su cabeza en ambas manos sin despegar sus ojos de tan imponente y sensual macho... Uno que jamás dejaba de pensar, ni un solo segundo desde la primera vez que sus miradas se cruzaron. Si bien Jaime no lo recordaría entre tantos alumnos, un día tomó la decisión de hacer algo para que Jaime lo recordara siempre, como el mismo haría con él. Volvió a sonreírle al barbón al notarle el notable sonrojo en sus mejillas por mirarlo directamente.
-¿Vas a hacer esto siempre que allanes mi casa?
Era cierto que luego de que Jaime no tomara en cuenta sus insinuaciones, se le quedara mirando por varios minutos. Al menos el moreno si lo disfrutaba.
-Bueno, podemos hacer algo más si tu lo deseas...
Esta vez el moreno deslizó su torso sobre la mesa color caoba, centrando toda su atención en su ex profesor, aún se frustraba por no lograr el encantar a Jaime nuevamente. Sintió que hace unos meses atrás, algo rompió su burbuja de felicidad junto a él, lo peor es que, sin el barbón, toda esta burbuja de felicidad, se destruiría pronto con su constante ausencia... Y el, no era muy fuerte que digamos.
Jaime se quedó viendo el rostro taciturno del moreno, desvió la mirada hacia un punto de la cocina, podría deducir que estaba divagando entre sus... Antes de continuar su diagnóstico, pudo ver una herida en proceso de cicatrizar en su pecho, al observar con más detenimiento, descubrió que habían muchos más, pero diminutos. ¿Será posible que...?
-¿Qué tienes en el pecho, Nicolás?
No sabría con exactitud quién estaba más en shock en ese momento, si el barbón al decir su nombre por primera vez, el moreno al escucharlo, o caer en cuenta de que había sido descubierto por lo que sucedió hace unos cuatro días...
Con una vergüenza evidente, el moreno cubrió su pecho cerrando la camisa con su mano. No sabiendo que más hacer, se puso a temblar e hizo un intento en vano por volver un poco a la normalidad.-N-Nada, Jaime... Aunque... Me duele. ¿Podrías darme un besito?
El barbón volvió a su expresión de fastidio habitual, el moreno suspiró aliviado. Eso estuvo demasiado cerca, soltó una risa, ya que Jaime estaba dándole uno de esos tantos sermones sobre no tomar tan a la ligera situaciones así, y luego sus oídos dejaron de escuchar, una mano sostenía su infantil rostro y el ajeno sólo estaba centrímetros de este.
-Sé que me mientes, sé que por alguna razón estás muy interesado en mí y sé que te detesto. Pero, en serio me gustaría saber qué te pasó.
Todo aquello dejó a Nicolás perplejo unos segundos, pero volviendo a su actitud juguetona de siempre cuando estaba con el barbón, no desaprovechó tan increíble oportunidad, aferrándose al cuello del contrario, besó sus labios con necesidad. No había olvidado el sabor de sus labios, pero era tan dichoso volver a encontrarse, su lengua daba pequeños y tímidos ataques a la del barbón, que impactado por tal osadía, se separó del menor que tenía una sonrisa traviesa.
Este mocoso... Se disponía a darle un golpe suave en la cabeza, pero el ágil moreno saltó de su asiento y tomó rápidamente su mochila.
-Bueno, Jaime... Nuevamente me alegras los días, y otras partes de mi cuerpo también. Oh, y tengo una duda... ¿Qué es el balance energético de una colisión?
Mientras limpiaba sus labios, la interesante pregunta del menor lo intrigó.
-Pero si tú lo sabes, Gaule. Fuiste la mejor calificación planteando una nueva teoría cuando te daba clases.
-Eres tan fome a veces. Pero bueno, dígamos que tu eres Q ahora mismo. ¿Entonces tú valor sería?
-Menor que cero. ¿A que quieres llegar con todo esto?
-Entonces si yo hago esto.
Sin previo aviso, el menor lo besó con ferviente pasión, otra vez el retorcido pensar del moreno lo descolocó nuevamente. Lo tomó de sus delgados hombros separándolo con cuidado, ya que mordió su labio.
-¡Para tu wea, Gaule! ¿Acaso no te cansas de--
El menor le puso un dedo en los labios, y le dió una sonrisa, que podría definirla como... No lo sé... De felicidad máxima.
-¿Y ahora cuál es el valor de Q?
Los latidos del barbón eran más ruidosos en su interior como rápidos. Caer en toda esta situación matemática, descubrió algo realmente horrendo mientras limpiaba sus labios nuevamente...
-Mayor que cero...
Luego miró al moreno que se despedía con su mano, y le lanzaba besos desde el umbral de la puerta abierta.
-¡También te amo, Jaime!
-¡E-Espera, yo no--!
Y antes de que pudiera continuar y desmentir su infantil ocurrencia, Gaule cerró la puerta para dirigirse a su... Hogar.
***
Decidí sacar esta historitia y que sea novelitia hehehe tengo muchas ideas para esto mh... 7u7 para que se les sea más cómodo leerlo si les gustó, lo encontraran en mi wea esta eh si ajanbd♡
De antepie, gracias(? :v
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Cortitos pero bonitos.
FanfictionSerán... Bueno, en realidad no lo sé. muchos one-shot. Historias cortitas que se me irán ocurriendo, y las guardaré aquí. Viva el Cochayuyo.